I think, with a lot of dramas, people come back to them hoping to see the same characters, and be assured by the same characters every week. You know what you're getting most of the time when you tune into a drama. What we always hoped with 'Black Mirror' is that you don't know what you're getting...
(Charlie Brooker)
Efectivamente, al enfrentarnos a los episodios de Black Mirror solo sabemos una cosa: que nos deparará una sorpresa. Dura, melancólica, chocante... pero sorpresa. Así, como espectadora de Black Mirror, nunca quiero saber nada del episodio que voy a ver, no veo las promos (os las pongo, pero no las miro), no leo nada. Ni el argumento. Y claro, una vez visto el capítulo, siempre quedo en estado de shock.
No me podía dejar de pasar con este segundo episodio, White Bear. Es, posiblemente, el más oscuro de los vistos hasta ahora. Viéndolo, asaltan diferentes referencias cinematográficas. Victoria (Leonora Crichlow) despierta en una habitación desconocida. Frente a ella, un televisor encendido emitiendo un logo blanco sobre fondo negro. En el suelo, unas pastillas dispersas. Su cara lo dice todo: ¿qué pasa? ¿dónde estoy? Y lo más duro: ¿quién soy? En un par de escenas ya te ha metido el miedo en el cuerpo, sabes que algo no va bien. Mira por la ventana: la calle está desierta pero ve a otras personas que también miran por la ventana. Baja al comedor y ve una foto de una niña. La coge. ¿Será su hija? Sale a la calle y empieza a ver que la gente está grabando y haciendo fotos con el móvil. La persiguen con máscaras, con escopetas, con armas de todo tipo, y nadie hace nada, salvo captar dicha escena con un móvil. Meros espectadores del dolor / miedo ajeno, y me ha hecho pensar en una noticia que leí ayer sobre una foto subida a Instagram por parte de un soldado israelí apuntando a un niño palestino. En este afán que tenemos de inmortalizarlo todo con nuestros móviles, pero que a la vez nos está aletargando. La pasividad ante los hechos que estamos viendo.
En su huida desesperada se encuentra con una chica (Tuppence Middleton) en una gasolinera que la ayuda y le explica lo que está pasando: la humanidad se ha convertido en mera espectadora. He leído algunos artículos que hablan de ellos como si fueran zombies, sin voluntad alguna. Ante una muerte, todo el mundo corre a grabarlo, a fotografiarlo. Otro buen samaritano las recoge con su coche y las lleva a un sitio seguro, donde no haya cobertura. Las lleva al bosque. Pero a todo ello, Victoria va teniendo flashes. Ve una niña –la misma de la foto–, el bosque le suena pero no sabe de qué, la cara del señor que las lleva, también le suena... ¿Pero de qué?
Ya en el bosque –el cual está repleto de personas crucificadas– descubrimos que el samaritano no es tal y saca la escopeta. Jem, la chica que la ayuda, logra escapar y la salva. A estas alturas la angustia es tremenda. Cogen el coche y llegan a las instalaciones desde donde emiten esas supuestas ondas que han "absorbido" al resto de la humanidad. Y ya dentro, descubrimos la verdad: todo es un espectáculo (inevitable pensar en The Truman Show). La gente es espectadora de un ajusticiamiento. Victoria es, en realidad, aunque ella no lo recuerde, la cómplice del asesinato de una niña (la de la foto). Mientras su pareja la mataba, ella lo estaba grabando. Por cierto, he leído en el Telegraph que el personaje de Victoria está basado en la asesina real Myra Hindley. En resumen, lo que hemos estado viendo es la pena aplicada por el delito cometido. Esa es su condena: revivir cada día esa persecución, ese no saber qué ha pasado. Es la versión actual y tecnológica de la Ley del Talión. Y White Bear es como la "ciudad de la justicia" donde celebran este macabro espectáculo, donde todo el mundo está confabulado. Tenemos a los "espectadores", que parece que van de safari tras ella, y a los "actores", que la van guiando hasta el patíbulo. Amigos míos, bienvenidos a la teatralización del mal.
Posiblemente el episodio más impactante tras The National Anthem y también del que más reflexiones se pueden sacar, también tras el primer episodio. No pensé en El Show de Truman y sí en Gran Hermano y en la evolución de los realities. De hecho, me parece que como visión de cómo será el entretenimiento futuro, este episodio es mucho más desgarrador que 15 Million Merits...
ResponderEliminarEs sangrante este episodio... Es una auténtica aplicación de la Ley del Talión. Tienes razón en que te haya recordado a los realities. Tiene mucho de ellos. Además de impactante, no resultó nada previsible...
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