El mayor reto de la televisión actual no es crear una buena televisión, sino una diferente, y no es lo mismo. El calificativo de bueno resume una serie de parámetros subjetivos que nunca conseguirán una aprobación unánime, mientras que una televisión diferente es algo que se observa a simple vista... y, casualmente, lo que consigue llamar la atención por sus diferencias suele ser lo que rápidamente consigue ser calificado como bueno.
Evidentemente, podemos entender aquello de "televisión diferente" de varias formas: en Estados Unidos, algo diferente podría ser un remake de una serie británica a la que le pasarían un filtro censurador y comercial que la dejaría como "nueva". En España, la palabra "diferente" la utilizamos con mucha frecuencia para acompañar a cualquier serie que no sea como las que venimos sufriendo aunque en realidad sí se parezca a algunas series extranjeras que no se emiten en el primetime español.
En Reino Unido, la palabra diferente abre un universo de posibilidades, y temporada tras temporada somos testigos de nuevos esfuerzos e ingenios por parte de guionistas y productores por ofrecer al público un nuevo concepto que les deje de piedra. En la televisión pública, ni más ni menos.
El segundo canal de la BBC ha sido el responsable de emitir la segunda temporada de Inside No. 9, una serie antológica de la que os hablamos hace un año con gran entusiasmo. La nueva entrega no defrauda en absoluto.
Pósters de la segunda temporada
Lo tenía difícil. Ya no cuenta con el elemento sorpresa, y sin las características de otros productos más serializados que consiguen atraer audiencia (una trama general, sin ir más lejos) no ofrece mayor aliciente que el deseo de saber cómo van a conseguir sorprendernos otra vez. No es poco, pero tampoco demasiado.
En ese sentido, se observa un gran esfuerzo en Inside No. 9 a la hora de diseñar historias, microrrelatos, que vayan más allá. No solo que llamen la atención por su formato antológico, sino que por sí mismos consigan ofrecer algo más al espectador. Aunque los episodios de la primera temporada de la serie eran realmente originales y llamativos, no lograban cumplir en ese sentido. La segunda temporada, en cambio, ofrece elementos de terror y suspense que en la primera entrega eran un trámite y que ahora son una finalidad.
En la segunda temporada ha habido bastante variedad: el tercer episodio The Trial of Elisabeth Gadge tal vez fuera demasiado Monty Phyton, o el fantasioso último episodio Séance Time, me decepcionaron bastante, pero el resto de los seis episodios han sido magistrales: desde La Couchette, muy divertido, hasta el deprimente The 12 Days of Christine. Son episodios que te dejan con la miel en los labios y mucha angustia al acabar (como Nana's Party). Cada uno te trasporta a una atmósfera diferente con un número 9, donde Reece Shearsmith y Steve Pemberton dominan la situación en todo momento a pesar de que parezca que les estés viendo por primera vez.
De nuevo, numerosos actores británicos más o menos conocidos se han pasado por los distintos números 9 para protagonizar estas breves pero intensas historias de terror, y el resultado ha sido fantástico.
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