Nunca antes se había dado un fenómeno como este. Nunca antes los productos televisivos habían sido tan vistos. Nunca antes las series habían dado tanto de qué hablar.
La razón es obvia: Internet. El acceso prácticamente ilimitado a la información. Casi inmediato, casi perfecto. Desde que el streaming y la descarga directa se pusieron en marcha, el público tiene acceso a una televisión que, de no ser por la red, no llegaría hasta un par de temporadas de retraso.
¿Y qué pasa con la televisión (como ente empresarial, me refiero)? ¿Acaso a las cadenas estadounidenses (principales medios susceptibles de "pirateo") les sale rentable? No, claro está. Pero eso no significa que no estén buscando la rentabilidad a toda prisa. Desde hace un tiempo las cadenas apuestan por emitir sus productos en sus propias webs, y seguir dándole a la señora publicidad mientras tanto (en España difícilmente lo podemos conseguir, entre que muchas páginas no permiten el visionado a extranjeros y que, lo más complicado para los castellanoparlantes, no disponen de subtítulos).
El espectador decide. Dónde, cómo y cuándo. Sólo tiene que hacer click y esperar, mucho o poco dependiendo de su conexión. Es la nueva televisión: la televisión a medida del espectador, un menú extenso y variado (aunque en realidad no tanto) que siempre hace las delicias del público ya que, obviamente, los platos que no nos gustan no los pedimos.
Por supuesto, el fenómeno del TV fan no es nuevo. La teleadicción existe desde que la tele nació, pero jamás ha sido como lo es ahora: una mezcla de poder y enfermedad que nos lleva a todos los interesados a disfrutar de lo que más nos entretiene: la diversión.
En Spoiler Alert veremos como día a día un servidor cuenta lo que le ha parecido cada nuevo episodio de sus series favoritas. Puede que no os gusten a vosotros, pero siempre podéis comentar y será bien recibido.
Ah, y otra cosa: cuidado con los spoilers.
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