Por primera vez, nuestros abogados defenderán a un cliente culpable. Éste, James Rodgers, sabía que los hombres a los que llevaba a un bar iban allí para exigir el pago de una deuda, y aunque no entró, sus dos compañeros acabaron a tiros con unos policías. Nick tendrá el deber de demostrar al jurado que no se puede probar de ninguna forma que el chico supiera las intenciones de sus amigos, luego no sería culpable.
A Pete y Nick, sobre todo al segundo, no le hace mucha gracia defender a un culpable, se le nota en la cara, pero es su trabajo. En el juicio, Nick es de los mejores, convence hasta al jurado más inseguro, pero el agente de la Fiscalía no se lo pone fácil: ambos acaban en igualdad de condiciones después de presentar todas las pruebas y examinar a los testigos.
El jurado le declara culpable y, a punto de ser condenado a 30 años, un hombre del jurado que estaba indeciso el día anterior a la declaración va al despacho de Nick y Pete a contarles que un policia le había parado sin ninguna razón en la carretera y le había dicho: "Be careful, sir". Nick sabe lo que es eso, porque la policía también le ha acosado a él. Con esta información van a la Fiscalía y consiguen un acuerdo de tres años. James al principio se niega porque no se puede demostrar su culpabilidad, pero al ver a su padre tan hundido, acaba cediendo, pidiéndole perdón y dándole las gracias.
Por otro lado, Pete se encargará de defender al ladrón de unos zapatos de Elvis, al que defiende más por mitomanía que por interés, ya que éste también es culpable. Encuentro este caso mucho más aburrido, como en general todos los de Pete, ya que es un abogado que en la Corte no se mueve bien pero sí lo hace por los pasillos. De todas formas, si de algo ha servido en esta ocasión el caso de Elvis es para hacer pequeñas pausas en el caso de Rodgers, demasiado denso.
No ha habido grandes momentos cómicos, salvo tal vez el final, en el que una imitadora de Marilyn (con sus mismos ojos) le cantaba una canción a Nick en un show de Las Vegas. Bastante tierno y te hace sonreir, pero no pega en absoluto con el ritmo tan serio del capítulo. Otro momento ha sido el de Pete intentando flirtear con una agente de la Fiscalía.
Resumiendo, un capítulo un tanto extraño. Creo que la dirección de la serie debe tomar ya un rumbo fijo, y dejar de dar vaivenes.
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