Segundo episodio de una serie de animación que parece que sobrevive a todo. ¿Nos ha gustado? No, pero no era de extrañar, mientras intenten seguir dándole bombo al personaje de Lisa como único proveedor de historias pocos capítulos serán de nuestro agrado. Y es que es cierto que el personaje de la hija mayor de The Simpsons es el más actual y moderno, pero eso no es excusa para que una serie pierda poco a poco su naturaleza para sobrevivir a los nuevos tiempos, cuando ha tenido una historia (y ha hecho historia) de la que muchos productores quisieran disponer para que en las situaciones de pobreza artística, como ésta, se pueda, como se suele decir, "tirar de archivo".
Y sí, para los avezados fans de la serie puede parecer que están recurriendo a este método, como ya hemos visto, resucitando al Señor Largo (que aparece también en el primer episodio) o volviendo a recurrir al romance de Nelson y Lisa (más que romance, "relación"). Pero, obviamente, nos preguntamos dónde se han quedado esas historias tan buenas y esos personajes tan destacados; dónde se han quedado las risas, porque es inevitable maldecir cuando en veinte minutos de trama sólo podemos ver a Homer haciendo muecas. Un tanto deprimente, ¿verdad?
A el Abuelo le ha dado por repartir su herencia antes de tiempo, tocando a cada miembro de la familia Simpson 50 dólares.
Marge se compra un bolso de 500$ para impresionar a sus vecinas, a pesar de que no puede permitírselo. Homer se lo hace devolver, pero primero le permite llevárselo a una cena elegante. Cuando al día siguiente va a devolverlo, lo que consigue fácilmente, esto inspira a Homer a comprar montones de cosas caras y devolverlas al poco tiempo, aunque ya usadas. Al final le acaba pillando un reportero de televisión, haciendo el ridículo.
Lisa, sin embargo, busca en Internet una alternativa con la que hacer feliz a otras personas con su dinero (aburrimiento). Un anuncio con el Premio Nobel de la Paz (segunda mención en dos capítulos) Muhammad Yunus le hace fijarse en un proyecto en el que los ricos le dan a los pobres dinero para comenzar un negocio. Entre los postulantes se encuentra nada más y nada menos que Nelson Muntz, que quiere comenzar un pequeño negocio de reparación de bicicletas, y con el dinero cuidar mejor de su madre y terminar de borrarle el tatuaje de "Assy Lady".
El negocio empieza a funcionar de inmediato, y con mucho éxito. Tanto es así que Nelson empieza a pagar 11$ la hora a sus empleados y el Director Skinnes y el Inspector Chalmers pelean por un puesto. Cuando Lisa le confiesa a Nelson que ella es la inversora anónima, Nelson le da las gracias por la oportunidad y le anuncia que ahora podrá dejar la escuela. Lisa, obviamente, se horroriza (aburrimiento).
Para demostrarle la importancia de la educación ("las personas sin título universitario ganan un 3% menos que las que sí lo tienen"), Lisa lleva a Nelson a una convención con gente triunfadora. Allí conocen a Mark Zuckerburg, creador de Facebook (y personaje de la semana por la película The Social Network), que dejó Harvard. Lisa insiste en que él es solo la excepción que confirma la regla, pero en la convención también están Bill Gates y Richard Branson, que también dejaron sus estudios.
Al poco tiempo el negocio de Nelson deja de funcionar porque pegaba las piezas de la bicicleta con pegamento poco resistente al agua, y como no entendía la receta, se equivocó. Decide volver a la escuela para aprender, resaltando la importancia de la educación (aburrimiento).
El episodio termina con Lisa y Nelson patinando y burlándose de Mark Zuckerburg.
Olvidé comentar la triste parodia de Up que han hecho con Rasca y Pica. En serio, no era necesario.
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