Gran capítulo, pero es lo que cualquiera se puede esperar de esta serie. Aunque no quiero opinar todavía, porque antes hay que poneros en situación: lo que ha pasado en The Good Wife esta semana lo merece.
Blake Calamar (adelante, reíros, yo lo hago), está yendo detrás de Kalinda. Después de que la investigadora le destrozara el coche, busca venganza más fervientemente que nunca... y parece que ha encontrado algo. Algo "gordo". Kalinda, con su habitual impasibilidad, desconfía de Blake, pues puede ser que esté intentando meterla presión, ¿o no? Id al final si estáis impacientes.
Las mujeres de la firma (Diane y Alicia) están entusiasmadas con su nuevo caso, en el que irán contra una farmacéutica que vendió antidepresivos que provocaban que los consumidores se comportasen de forma violenta. Probarán su caso a través de Caitlin (Rachel Brosnahan), la hija de una mujer que mató a su marido y posteriormente se suicidó durante su tratamiento con el medicamento. Si ganan, se harán de oro y abrirán el camino a otros afectados, y por el momento parece que tienen la victoria asegurada, sobre todo el bufete de abogados contratado por la Defensa (la farmacéutica) se retiran del caso.
Sin embargo, su oponente no se lo pondrá nada fácil, ya que en el último momento contrata a Louis Canning (interpretado por el legendario Michael J. Fox de Regreso al Futuro), un abogado que padece una discapacidad neurológica que le impide actuar y moverse de forma normal. Recordemos que Fox, el actor, padece Parkinson desde hace casi 20 años, a pesar de su juventud (nacido en 1961).
Canning es, literalmente, un cabrón. Antes de llegar al Juzgado se hace pasar por un hombre de a pie algo impedido y le pide a Alicia que le busque su bonobús, una mentira que hace que la abogada llegue tarde y quede algo desprestigiada ante el Jurado. Canning, en general, intenta en todo momento utilizar su enfermedad para tomar ventaja, y si la Acusación protesta, se queja de prejuicios. Además, sabe perfectamente cómo hacer el caso interesante y que el Jurado se fije en él y no en los testigos de Diane y Alicia.
Canning argumenta que la madre de Caitlin estaba celosa de las mujeres que trabajaban con su marido. Saca a relucir unas pruebas en las que se mostraban unas bragas "pequeñas" de mujer en una bolsa del marido asesinado, y posteriormente encuentra al terapeuta de la madre, que atestigua que su cliente estaba celosa porque las bragas eran de Caitlin, su hija, y sospechaba que ella y su marido tenían una aventura. Qué drama.
Viendo que están perdiendo el juicio, Will le ordena a Blake que busque algo sobre este terapeuta, y como buen investigador (por muy cabrón que sea) encuentra a una mujer que tuvo sexo con él. Canning, aparentemente derrotado, accede un acuerdo de 35 millones de dólares en favor de la Acusación. Han ganado y Lockhart, Gardner & Bond celebran su victoria. Pero en realidad no ha sido tal: Canning alcanza a Alicia en la celebración y le dice que sus clientes de la farmacéutica creían que tendrían que dar 90 millones y le pidieron a Canning que les consiguiera uno de 50. Canning ha "perdido" pero el margen de 15 millones se lo queda él. Espero, por favor, que vuelva alguna vez más a la serie.
Mientras, Eli Gold sigue trabajando en la campaña de Peter, y centra todos sus esfuerzos en desprestigiar a Wendy Scott-Carr. Después de una exhaustiva investigación, en la que parecía que estaba totalmente "limpia", descubre que la abogada gastó 19.000 dólares en un aumento de pecho. Como no quiere realmente mojarse con esa información, realiza una inteligente artimaña (este hombre es genial) para que su otro competidor, Glenn Childs, consiga también esa información y le de uso: llama al encargado de la campaña de Childs para darle un par de gritos, el cual rápidamente contacta con un "topo" en la oficina de Florrick. Con la seguridad de que tienen un infiltrado (antes solo se lo imaginaba), Eli le da el papel con la información del aumento de pecho, para que el colaborador y espía la fotocopie.
Dicho y hecho: Childs publica de forma anónima una canción pegadiza con una serie de imágenes graciosas sobre el aumento de pecho de Scott-Carr. Pero le sale el tiro por la culata: tuvo cáncer de mama el año anterior y se tuvo que poner implantes. El encargado de la campaña de Childs tiene que dimitir.
Pero ese no es el único problema de Eli: Grace estuvo en un mitin de Scott-Carr y, no bastándole eso, también fue grabada haciendo unas declaraciones contra el sistema y en favor de la nueva candidata. Alicia tiene que hablar con ella para prohibirle volver a opinar en público sobre ese asunto, y decirle que si tiene algo que objetar que lo diga en casa.
Y ahora viene lo que estábais esperando. En serio.
Kalinda, la gran y misteriosa Kalinda. Por fin sabemos de qué palo va. Y todo es por culpa (o gracias a) Blake. Sabemos o imaginamos que Kalinda tenía una extraña amistad, tal vez un rollo, con el detective Anthony Burton, pero nada lo aseguraba. Puede que sí y puede que no.
Pero Blake no se queda solo con eso: consigue descubrir a una antigua relación de Kalinda. Su nombre es Donna Seabrook (Lili Taylor), defensora pública, que, buscando venganza porque la investigadora rompió su corazón, acompaña a Blake a la fiesta de celebración del caso de la farmacéutica, donde está absolutamente toda la firma de abogados. Kalinda acudió a Donna buscando que no dijera nada a Blake, pero efectivamente, llegó tarde.
Por si acaso, y en un movimiento desesperado, Kalinda visita a Cary para que investigue a Blake. Y algo consigue: Blake fue procesado una vez por estar relacionado con un asunto de tráfico de metanfetamina.
Como dije, un gran capítulo. El caso de la semana es realmente aburrido, pero la presencia de Fox es todo un regalo. Te lo crees: crees que de verdad es un cabrón que sabe explotar su desgracia (es exactamente igual que el personaje de la hija de Meryl Streep, pero en vez de desgracia, encanto). Muy buena intervención, sí señor.
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