The Walking Dead S01E01. Days Gone By

¡Nos han timado! Ayer, inocente de mí, busqué el primer capítulo de The Walking Dead y, cuál fue mi sorpresa cuando descubro ¡que es el mismo que el pre-air! Esos veinte minutos que teníamos prometidos se convirtieron, debe ser, en publicidad. Vaya mierda.

Pero que eso no os quite las ganas. Recomiendo la serie en todos los sentidos. Tal vez sea un poco lenta para lo que estamos acostumbrados, pero el ritmo que he visto en el piloto, es el ritmo que la serie debe tener. No esperéis que la música os vaya guiando por las escenas mas terroríficas, porque los sustos son totalmente visuales. Si os gusta el gore, disfrutaréis. Si os gusta ver cosas que os hagan pensar, disfrutaréis.

Como ya dije en su momento, no he leído el comic, pero sí he tenido la oportunidad de ver algunas imágenes y de leer muchos comentarios: la adaptación es prácticamente perfecta y los zombis parecen reales. Todo, en realidad, parece real. AMC lo ha hecho bien: AMC siempre lo hace bien, y nunca decepciona. Y se ha notado en la audiencia: 5,3 millones de espectadores para un drama tan... inusual.

El capítulo no nos da tiempo a ponernos en situación. Un policía se encuentra en una especie de aparcamiento y le parece ver a una niña perdida. La llama, y al girarse, descubre que es un zombi. Apenas duda en disparar. Es una niña, pero es un zombi. Su vida o la del monstruo, ¿o tal vez no?


El policía es Rick Grimes (Andrew Lincoln). Estando de servicio con su compañero, Shane (Jon Bernthal), reciben una llamada, y al ir a la escena acaban en un tiroteo. Rick resulta herido. Días más tarde despierta en un escalofriante y tranquilo hospital, que parece abandonado. La puerta de su habitación tenía una camilla para impedir el paso de nadie. ¿Por qué? Tal vez sea por unos zombis que están encerrados en una habitación.

Fuera, la cosa no mejora mucho. Apenas hay signos de vida, pero de muerte hay demasiados. Montones de cuerpos yacen alrededor del edificio. Coge una bicicleta abandonada y se pone en marcha, cruzándose con una zombi sin cuerpo debajo de la cintura, a la que más tarde matará.

Va a su casa, en busca de su mujer y su hijo, pero ésta también está abandonada. Desesperado, sale de allí, pero un chico, Duane (Adrian Kali Turner) le golpea en la cabeza con una pala. Un hombre se acerca, Morgan Jones (Lennie James), el padre, que le pregunta a Rick por qué está vendado (le vendarían en el hospital, suponemos). Cuando se da cuenta de que no es un zombi, lo lleva a su refugio, su casa, y le cuenta una verdad devastadora: durante el tiempo que estuvo en coma, hubo un apocalipsis zombi. Los "caminantes" no pueden hablar, pero son atraídos por las luces y los sonidos.

Rick pregunta por los supervivientes, y Morgan le dice que en Atlanta probablemente haya un campamento. Después de pasar unas horas con la extraña familia (la madre de Duane es una zombi que ronda alrededor de la casa, a la que Morgan no consigue matar), Rick consigue unas armas y se marcha en busca de su propia familia. Cuando se queda sin gasolina, coge un caballo de una granja.

Además, consigue que le oigan en un pequeño campamento de supervivientes, pero no se puede comunicar con ellos. En el campamento están Shane y Lori (Sarah Wayne Callies), su esposa, que están liados, así como el hijo de Rick, Carl (Chandler Riggs). Al escuchar a un desconocido que se dirige a Atlanta, se lamentan por él, ya que la ciudad está completamente infestada.

Y así es, al llegar a la ciudad parece que está desierta, pero al girar una calle, Rick encuentra cientos de zombis, que comienzan a perseguirle. Consigue esconderse en un tanque, pero su caballo es despedazado. Encerrado, pensando en el suicidio, escucha una voz por la radio del vehículo: "Hey, tú. Idiota. El del tanque. ¿Estás cómodo?".

Y ahí se queda el asunto. Me muero por ver el siguiente. Descubrir qué es lo que pasó y lo que pasará. Conocer a los personajes (punto clave de la factoría AMC). Disfrutar de una serie que promete mucho.