Tras varios días ocupados en deberes académicos, por fin he podido terminar la última miniserie de la HBO, Mildred Pierce, cuyo desenlace tras tan solo cinco episodios me ha parecido soberbio, por no decir alguna palabra más chabacana. Tal fue la grata impresión provocada por magnífica obra de Todd Haynes (I'm Not There), que no dudé en ver la película de cine negro con el mismo nombre, aunque en España se tradujo con el sugerente título de Alma en suplicio (Michael Curtiz, 1945). Película y miniserie, cada una protagonizada por una diva de su tiempo (Joan Crawford y Kate Winslet, respectivamente), se basan a su vez en la novela Mildred Pierce (1941), de James M. Cain, texto que espero leer próximamente.
La historia de Mildred Pierce, una ama de casa de clase media, comienza a partir de 1931, momento en el que tendrá que conseguir mantener a su familia tras separarse de su marido, desempleado e infiel. Mildred consigue encontrar trabajo como camarera, pero le preocupa que su hija mayor Veda se entere, debido a que la ambiciosa y pretenciosa cría tiene un alto concepto de sí misma y de su posición social con tan solo 13 años. Después de conseguir ciertos ahorros consigue tener suficiente dinero para poder abrir un exitoso restaurante que con el tiempo se convertiría en toda una cadena de ellos, aunque al mismo tiempo la tragedia la acecha cuando muere su hija pequeña, Ray. Aunque en un principio Veda se muestra contenta con la entrada de dinero, poco a poco irá pidiendo más y más, arrebatándole absolutamente todo a su madre que tan duro ha trabajado por ello.
La historia de Mildred Pierce, una ama de casa de clase media, comienza a partir de 1931, momento en el que tendrá que conseguir mantener a su familia tras separarse de su marido, desempleado e infiel. Mildred consigue encontrar trabajo como camarera, pero le preocupa que su hija mayor Veda se entere, debido a que la ambiciosa y pretenciosa cría tiene un alto concepto de sí misma y de su posición social con tan solo 13 años. Después de conseguir ciertos ahorros consigue tener suficiente dinero para poder abrir un exitoso restaurante que con el tiempo se convertiría en toda una cadena de ellos, aunque al mismo tiempo la tragedia la acecha cuando muere su hija pequeña, Ray. Aunque en un principio Veda se muestra contenta con la entrada de dinero, poco a poco irá pidiendo más y más, arrebatándole absolutamente todo a su madre que tan duro ha trabajado por ello.
Ni que decir tiene que, sin lugar a dudas, la nueva adaptación deja a la primera por los suelos. La Mildred recreada en este año es, aunque cueste creerlo, una obra mucho más sólida y justa para con su época; el trabajo de ambientación y caracterización es soberbio y si de algo puede presumir Haynes es de haber conseguido que el espectador se transporte a los años de la Gran Depresión con gran efectividad. Alma en suplicio es una obra más del cine negro hollywoodiense con la cara de Joan Crawford robando todos y cada uno de los planos, dolorosamente peor ambientada que la nueva versión y mucho menos fiel al texto original. En su favor, he de añadir que la historia de Mildred no se puede resumir en menos de dos horas de film (con o sin asesinato inventado para recurrir a una estética determinada), pero aún así la película de 1945 es demasiado suave y edulcorada como para producir grandes sentimientos.
Kate Winslet aquí está totalmente comedida: no necesita de miradas de hielo ni sentencias afectadas para convencer de su vocación para con su personaje. He de admitir que en un primer momento, la Winslet desbordaba flaquezas por cada uno de sus poros, pero con el paso de los minutos, cuando la personalidad de Mildred sale a la luz, descubres que Mildred y Kate son la misma mujer que hace pasteles y cuida de sus crías con todos los males del mundo a su alrededor. Sin duda, el reparto no podría estar mejor elaborado y conseguido: Melissa Leo, Evan Rachel Wood, Brian O'Byrne, Mare Winningham y una sorprendente Morgan Turner. Las interpretaciones son el punto fuerte de Mildred Pierce.
No obstante, si tengo que destacar algo negativo es su brutal lentitud, su recreación en detalles tan estéticos que resultan hasta metafísicos (miradas demasiado significativas, gestos pausados, paisajes abrumadoramente tediosos en ciertas ocasiones...). Eso, y la presencia de un Guy Pearce tan desprovisto de interés y de adecuación con un personaje como el que se pretende exponer a través de la figura de Monty Beragon, que directamente hace rechinar los dientes. Eso sin contar la falta de química que tiene con la Winslet en todas sus escenas compartidas.
Sin embargo, todo eso se olvida con la fabulosa incorporación de Evan Rachel Wood como la ya no tan cría Veda en los dos últimos capítulos; orgullosa, cabrona, ambiciosa, y la perspectiva de su carrera como soprano es perfecta. Ella y Kate Winslet, juntas en escena, demuestran una perfecta lucha de titanes que traspasa la pantalla para conseguir un merecido aplauso.
Ni que decir tiene, espero grandes premios en la siguiente temporada. Una gran recomendación, queridos lectores. Y ya que estamos, acabo de leer comentarios diciendo que es una lástima que la Winslet esté aceptando papeles de mujer ya no tan joven: queridos amigos, aparte del hecho de que Mildred Pierce es de la edad de la Winslet, no hay muchas actrices que pudieran haber hecho este papel.
Kate Winslet aquí está totalmente comedida: no necesita de miradas de hielo ni sentencias afectadas para convencer de su vocación para con su personaje. He de admitir que en un primer momento, la Winslet desbordaba flaquezas por cada uno de sus poros, pero con el paso de los minutos, cuando la personalidad de Mildred sale a la luz, descubres que Mildred y Kate son la misma mujer que hace pasteles y cuida de sus crías con todos los males del mundo a su alrededor. Sin duda, el reparto no podría estar mejor elaborado y conseguido: Melissa Leo, Evan Rachel Wood, Brian O'Byrne, Mare Winningham y una sorprendente Morgan Turner. Las interpretaciones son el punto fuerte de Mildred Pierce.
No obstante, si tengo que destacar algo negativo es su brutal lentitud, su recreación en detalles tan estéticos que resultan hasta metafísicos (miradas demasiado significativas, gestos pausados, paisajes abrumadoramente tediosos en ciertas ocasiones...). Eso, y la presencia de un Guy Pearce tan desprovisto de interés y de adecuación con un personaje como el que se pretende exponer a través de la figura de Monty Beragon, que directamente hace rechinar los dientes. Eso sin contar la falta de química que tiene con la Winslet en todas sus escenas compartidas.
Sin embargo, todo eso se olvida con la fabulosa incorporación de Evan Rachel Wood como la ya no tan cría Veda en los dos últimos capítulos; orgullosa, cabrona, ambiciosa, y la perspectiva de su carrera como soprano es perfecta. Ella y Kate Winslet, juntas en escena, demuestran una perfecta lucha de titanes que traspasa la pantalla para conseguir un merecido aplauso.
Ni que decir tiene, espero grandes premios en la siguiente temporada. Una gran recomendación, queridos lectores. Y ya que estamos, acabo de leer comentarios diciendo que es una lástima que la Winslet esté aceptando papeles de mujer ya no tan joven: queridos amigos, aparte del hecho de que Mildred Pierce es de la edad de la Winslet, no hay muchas actrices que pudieran haber hecho este papel.
Vi tres episodios y me han parecido muy interesante. Tengo curiosidad por ver como acaba, aunque no se cuando podré verlo.
ResponderEliminarYa leí tus problemas en Twitter, lo siento! Pues te queda lo mejor, no te digo más!
ResponderEliminarSaludos.
Muy buen artículo.
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