Tal y como predijimos en el capítulo anterior, las cosas se iban a poner muy mal para Cathy Jamison y los suyos. Lo que no sabíamos es que sería tan pronto. En tan solo un capítulo, la mayor parte de las tramas que se han ido abriendo y desarrollando esta temporada, algunas de forma más confusa que otras, han decidido colisionar en un episodio trágico, oscuro y, sobre todo, muy triste. Acostumbrados (mal acostumbrados, en realidad) como estamos a que estas cosas sucedan al final de la temporada como bien ocurrió en la primera entrega de The Big C, la cuestión que planea en el aire después de ver The Darkest Day es cómo concluirá la temporada con su último capítulo. Afortunadamente, las cosas solo pueden ir a mejor.
Y es que tenemos a los Jamison celebrando una Navidad anticipada antes de viajar a Roma, con regalos, nieve y sin Sean, desaparecido en las calles. Pero mientras Cathy va a una clase de su doctor en la universidad como sujeto a estudiar (y soltar un par de verdades a los insensibles estudiantes), Paul recibe en la noticia en el trabajo sobre que se están investigando algunos robos de mercancías. Corriendo, el marido de Cathy avisa a Myk y se entera de que el joven extranjero está de ilegal en Estados Unidos. Sumando dos más dos, Paul se da cuenta de que si Myk quiere casarse con Andrea es porque quiere los papeles, pero se calla para darle una oportunidad al chico para que se sincere. Myk, incluso más tonto de lo que parecía, le pide a Andrea que se casen al día siguiente y cuando Paul ve a la chica vestida de novia solo puede decirle la verdad, que se confirma cuando Andrea llama a su falso prometido. Otro corazón roto y encima a la pobre chica que no se lo merece. Sin duda, una escena triste y previsible aunque nunca imaginé que fueran a tirar por ahí. Ahora tendremos (y espero que en la tercera temporada también) a una Andrea mucho más amargada que cambia radicalmente de forma de ser. Su primer paso: avisar a la policía de que Myk es un ilegal (un alien ilegal).
Pero sin duda, la pieza clave de este episodio y que parece ser ya una constante en la vida de Cathy es que, tras Marlene y Rebecca (vale, la última solo se va), otro personaje nos dice adiós. Y lamentablemente también hemos acertado. Tras llamarla para que fuera a verle y que le diera su regalo navideño, Cathy va a visitar a Lee y descubre que está viviendo sus últimos momentos de existencia, por los cuales la Jamison no puede coger un avión a Italia y esto saca a relucir a un Paul que no es capaz de comprenderlo y que inspira mucho desprecio. El final de Lee es conmovedor y triste, pero vemos cómo Cathy se despide de no solo un amigo, sino también de su alma gemela, con la que quisiera ella misma compartir su propios últimos momentos. Y lo que es peor, ve cómo será si nada lo remedia su propio futuro. Eso también lo ve Adam cuando Poppy le abre los ojos al descubrir su gran mentira, pues la extraña amiga del joven en realidad perdió a su padre tiempo atrás pero el dolor de su muerte es tan grande que lo revive cada día, y lo único que querrá Adam cuando sea su madre la que se marche es a alguien a su lado.
La impactante realidad del capítulo es que, en cierta forma, han reconocido la futura muerte de Cathy. La mujer lo reconoce ante un grupo de desconocidos, los estudiantes, y después es Poppy la que augura el oscuro final. Pero, mientras tanto, todavía tiene que concluir esta temporada con el reencuentro de Cathy y Sean, con el test de drogas de Paul (que se fastidie el muy idiota) y con la venganza de Andrea. ¡No retraséis la felicidad!
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