Los chicos del MacLaren continúan su historia con Field Trip, un capítulo que consigue mantener el nivel (aunque se les nota el esfuerzo) de las últimas semanas, aunque sea con un episodio para nada gracioso. De hecho, y aunque entiendo que sea una serie que ya va por su séptima temporada: ¿de qué serie estamos hablando si lo que intenta es mantener el nivel, sea cual sea, y no trata de volver a sorprender a los espectadores? Sea como fuere, el capítulo de esta semana ha obtenido unos buenísimos datos de audiencia gracias a una historia entretenida no especialmente cargada de humor.
Por un lado tenemos a Robin, que ya desde el episodio anterior comenzó a ir a un psiquiatra, Kevin (Kal Penn, House), y de hecho fue narrado a través de una visita a su consulta, pero que en este se ha transformado en algo más. Robin, diagnosticada por Kevin como una persona con miedo al abandono es abandonada precisamente por el mismo hombre ya que este supuestamente se muda a Alaska. Días después se encuentran en la cafetería que se ha convertido en uno de los nuevos escenarios de la serie y Robin descubre que Kevin la abandonó porque empezaba a sentir algo por ella. Día tras día desayunan juntos y al final acaban teniendo una cita de verdad. Pero es demasiado raro porque Robin ha desnudado su alma al chico en la consulta y ni siquiera el que Kevin haga lo mismo hacia ella cambia las cosas.
Pero sin duda la trama que más desinterés me produce es la de Marshall. Por primera vez le vemos en su nuevo trabajo en un bufete de asuntos medioambientales dirigido por Garrison Cootes (Martin Short), un excéntrico abogado que Marshall creía que sería todo un tiburón pero que tristemente se convierte en un dulce corderillo a la hora de negociar acuerdos legales. Incluso el bobalicón Marshall se tiene que poner en pie y dar un grito a toda su nueva oficina para recordarles que esa no es la manera de salvar el planeta. Claro está, que después de comerse tres tartas, Cootes puede tener algo de mala leche guardada en la manga.
No obstante, una vez más los ojos se nos van inevitablemente a la trama de Ted y Barney (este aún con la corbata de patos, todo un acierto). El primero quiere llevar a sus alumnos a que conozcan el mundillo de la construcción para que se conviertan en arquitectos algún día, mientras que el segundo quiere dejar (o mejor dicho, busca una excusa para hacerlo) a Nora porque odia a los Ewoks de Star Wars. Los caminos de ambos se cruzan cuando los planes de Ted fracasan y ambos recorren una entretenida trama en la que Ted conseguirá convencer a un alumno para que se una al gremio (más o menos), Barney concluirá que Nora no es de su generación y juntos darán respuesta a multitud de cuestiones pendientes gracias a que sus nuevos compañeros son la población perfecta para sacar conclusiones. Y al final Barney estaba equivocado respecto a su novia.
En resumen, un episodio curioso con momentos realmente pobres (sinceramente, la nueva trama de Marshall es un tostón) y nuevas perspectivas de futuro, como la de un Barney que aunque haya cambiado todavía puede sorprender con su actitud de siempre.
A destacar:
- La referencia a Friday Night Lights y a saltarse su segunda temporada, la de la huelga de guionistas y el viaje a Méjico.
- Que la corbata de los patos siga en su sitio.
- Cootes (Martin Short), lo único interesante de la nueva vida de Marshall.
- La presentación de los Ewok y la línea temporal que divide a sus fans.
- "Weird Beard", "Bieber", Gina y la madre del otro alumno.
- Salir con tu terapeuta. Muy creepy. Pero peor es salir con tu ginecólogo.
- Las referencias a The Social Network y a Edward James Olmos.
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