Un rating de 1,1 en los demográficos obtuvo anoche el nuevo episodio de Fringe, una caída del 15% que augura que el futuro de la serie cada vez está más negro. Siempre decimos que en lo referente a Fringe debemos, o debíamos, obviar los datos de las audiencias de la serie para ahorrarnos disgustos y sobre todo para no preocuparnos por el futuro de una serie cuya mecánica interna funciona de un modo bastante particular. No obstante, hay que tener en cuenta que 1,1 es un dato tan bajo que puede que ni siquiera con las compensaciones de las audiencias DVR (las procedentes del grabador del vídeo digital) sea suficiente y como prosiga esta tendencia puede que en unos meses tengamos que preocuparnos de verdad. Lástima, tristemente, por Fringe porque And Those We've Left Behind me ha parecido sin lugar a dudas de los mejores episodios de la serie.
Quizás esta sensación tan positiva hacia la calidad del episodio se deba a mi estado anímico o a que no tenía tantas expectativas tras el aburridísimo episodio anterior, pero el feedback que estoy leyendo en Twitter parece darme la razón. De hecho, la narrativa conjunta del caso procedimental (una delicia un tanto sensiblera, en realidad) con la serializada, en la que hemos seguido introduciéndonos junto con Peter en su aparición en esta línea temporal donde el Bishop no encuentra su propio hogar, han mantenido una cadencia de emociones, tensión y acción sumamente interesante. Además, el mismo caso parecía incluso explicar o dar una continuidad a la explicación del impacto de los eventos fringe al mismo tiempo que estaba profundamente ligado a la reaparición de Peter en este universo. Al fin y al cabo, Peter es la causa de todo, ¿no?
Sin duda, no podemos olvidarnos de White Tulip, ese tremendísimo episodio de la segunda temporada en el que un científico realizaba viajes en el tiempo para intentar salvar la vida de su prometida, ya que en And Those We've Left Behind es un ingeniero el que construye una máquina del tiempo para poder volver a ver a su mujer en sus mejores años, antes de padecer la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, él no sabía que sus numerosos viajes cuatro años atrás no solo modificarían el tiempo en su hogar sino que alterarian el tejido temporal de los alrededores (precisamente, siguiente un esquema de la sucesión de Fibonacci), y en estos lugares se comienzan a experimentar eventos en los que el pasado de cuatro años atrás se funde con el presente generando experiencias totalmente extrañas. Eventos fringe, naturalmente, que la División comienza a investigar con la ayuda de Peter, que se cree que está ligado de alguna manera a los mismos (y posteriormente descubrimos que, de hecho, lo está). A partir de aquí comienza una trepidante historia muy interesante especialmente por los saltos temporales de Peter, la narración de los eventos, los enfados de Walter (y la progresiva aceptación hacia Peter) y, sobre todo, la revelación hacia Olivia cuando esta descubre que Peter tenía algo con la Olivia de la otra línea temporal (y cómo lo descubre, por la forma en que la mira). Y el final, aunque algo ñoño, no deja de ser un término bellísimo para el episodio, cuando el marido le revela a su mujer lo que ha hecho y le pide ayuda para terminar una fórmula con la que mejorar los resultados de la máquina, pero ella tacha todas las ecuaciones y le escribe una nota en la que le pide que viva su vida.
The Observer
Obviamente, no es el mejor episodio de la serie, aunque según a quién preguntes (por ejemplo, a un servidor) te podría decir que es de lo mejorcito que ha visto en Fringe. Una pena que el público estadounidense no esté tan convencido.
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