Efectiva, angustiosa, estética, crítica, actual... No sé con cuantos más adjetivos podemos definir esta obra maestra. Mucho se ha publicado ya sobre Black Mirror, por lo que da la sensación de que no queda mucho que decir, pero intentaremos aportar alguna cosa.
Black Mirror es una serie de tres episodios independientes emitida por Channel 4 y creada por Charlie Brooker (del cual ya conocíamos Dead Set), ambientada en Inglaterra. Lo primero que conviene destacar es que es una serie que hace pensar. Y mucho. Nos encontramos ante una serie con una narrativa y formato nada convencional, que nos plantea temas absolutamente actuales: la influencia de las nuevas tecnologías en nuestra vida, en la propia, como sociedad, como pareja. Desde los tres episodios vemos el retrato de nuestra sociedad, de nuestro yo.
El primer episodio se titula The National Anthem -escrito por el propio Charlie Brooker- y a los cinco minutos te quedas con la boca abierta y un tremendo “¡¿Qué?!” sale de tu boca. ¿De qué va? En la primera escena vemos cómo despiertan al primer ministro para decirle que han secuestrado a la princesa Susannah (una especie de Lady Di, la “princesa del pueblo”) y la demanda es una petición directa al primer ministro (no desvelo la petición porque no quiero romper el factor sorpresa, para aquellos que aún no la habéis visto), que se cuelga en Youtube, y a los pocos minutos se ha convertido en un vídeo viral y en Trending Topic. Lo interesante de este primer episodio es cómo nos plantea, en modo de ficción, algo que no queda tan lejos de nuestra realidad, y es cómo las nuevas tecnologías nos están influyendo como sociedad y, más importante, cómo se enfrentan a ellas los gobiernos. Youtube mediante, no hay medio de comunicación controlable por parte de los gobiernos. Internet mediante, localizar el origen de un vídeo se convierte en una tarea hercúlea. Y Twitter condiciona las decisiones. ¿Quién es ahora el enemigo? ¿Cómo nos enfrentamos a un enemigo que no vemos, que no conocemos, que no nos exige dinero, ni liberar presos...? ¿Cómo? Otro elemento importantísimo es el mundo del arte. El arte necesita de espectadores. Internet ofrece la posibilidad de un público potencial de millones de personas. Sí, es cierto, la tecnología es neutra, lo perverso es el uso que podemos darle. Sin ninguna duda. Pero el caso es que, en ocasiones, le damos ese uso perverso. Fabulosas interpretaciones, a destacar el primer ministro, que con su rostro transmite todo, sin necesidad de palabras. La efectividad de la imagen.
En el segundo episodio, 15 Million Merits, nos presenta una sociedad cerrada y consumista, alienada al máximo, solitaria, con una dura crítica a los reality shows. En este capítulo, el más esteticista de todos, los personajes viven en cubículos rodeados de pantallas, pedalean para poder vivir, ganando una moneda virtual que luego cambian. Y el ritmo es lento, como lenta y agónica es la vida de sus personajes. ¿Caminamos hacia una sociedad así, alienada al máximo, sin espectativas, cuyo única ambición sea alcanzar la fama a través de programas tipo , con jueces que nos encumbran o nos hunden en la más terrible de las miserias? El protagonista descX-Factorubre que es más hermoso compartir lo ganado que disfrutarlo solo, y es por eso que decide ayudar a una chica que conoce, para que ella pueda conseguir una vida mejor, que queda en nada. Y él también queda vacío. ¿De qué ha servido? Y se rebela. Y gusta su rebelión. Tanto, que el propio sistema lo fagocita, como siempre ha hecho. Lo que él hacía para criticar la sociedad en la que vive se queda en nada. Bueno, no. Se queda en un programa de televisión, en el que aparece él cagándose en todo. Y el público, a reir y disfrutar. Realmente este es el aspecto menos futurista del capítulo. El sistema siempre se las ingenia para absorber. Fijaos en un ejemplo reciente: ¿os habéis quedado con la publicidad de Movistar? Sí, esa que se ha apropiado de las asambleas del 15M. Vomitivo. Tengo que cambiar de canal cada vez que lo veo porque me pone muy nerviosa.
El tercer y último episodio es The Entire History of You y nos habla de la memoria. Todos llevan un dispositivo injertado en la parte posterior de la oreja, que va grabando todo lo que hacen, y que permite su posterior visionado. Inevitable pensar en otras películas con temática semejante, la memoria, como Memento. El capítulo empieza con una entrevista de trabajo de Liam. El protagonista sale de ella con la sensación de que no le van a llamar y se dirige a una cena de amigos, que luego te das cuenta de que no lo son, ya que se conocen poco entre ellos. En ella se encuentra con diferentes personas, entre ellas su mujer, Ffion, la cual está hablando con otro hombre, Jonas. Durante la cena hablan, y sobre todo habla Jonas, que forma parte del trío protagonista y que más tarde descubriremos que es un ex de Ffion. A destacar que solo hay una mujer que no lleve el “grano”, especie de disco duro de nuestros recuerdos, ya que se lo robaron y después de eso, se dio cuenta de que vivía mucho mejor sin ese artilugio (su vida era más sencilla sin el rebobinado constante). Al acabar la cena, todos se van a casa. Pero algo ha visto Liam que le recorcome, y empieza a discutir con su pareja sobre Jonas (¿quién es?, ¿cuánto tiempo estuvisteis juntos?), saliendo el peor de los aspectos humanos: los celos, el miedo atávico de los hombres de no ser el padre de sus hijos. Lo enloquece, lo desquicia tanto, que acaba descubriendo que sus más oscuros temores son ciertos. Y pierde todo lo que había construido. Tremenda la escena de la pareja haciendo el amor, lo que comunmente llamos “sexo de reconciliación”: no hacen el amor, recuerdan -a ritmo sincopado- otro encuentro sexual. Duro. La vida de Liam se va al traste, obliga a Jonas y Ffion a borrar su recuerdos mútuos, y dando como resultado que se queda solo. Y optando, al final del capítulo, a quitarse el “grano”. Y lo último que vemos son los recuerdos de Ffion, su cara, sus risas... su ausencia. Es el capítulo más triste de todos.
Black Mirror no deja indiferente a nadie. Hay quien opina que es tramposa. Me encuentro en las antípodas: creo que, por desgracia, es mucho más real de lo que nos gustaría. Los ingleses saben hacerlo, plantearnos a través de la sátira temas escabrosos, temas que nos preocupan. Valentía a la hora de explicar, sin pelos en la lengua. Obvio que son capítulos donde abundan las metáforas, pero es nuestra manera de entender las cosas que no podemos entender. Y sí, una imagen vale más que mil palabras. Y si no, que se lo pregunten a Liam.
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