Érase una vez, una bruja que obtuvo su final feliz

En apenas un par de días estará de regreso este gran estreno del pasado otoño del que nos hemos percatado aún no hemos dejado constancia de nuestra opinión. Como ya comentamos al enterarnos de su temática y antes de que saliera a la luz esta creación de los productores de Lost, podía resultar ser una tremenda estupidez. Pero cuán enorme ha sido nuestra sorpresa al encontrarnos ante una serie de la que sólo podríamos decir que no cuenta con los mejores efectos especiales. Un argumento original, lleno de magia y apto para todos los públicos sin llegar a ser ñoño, con unas actuaciones perfectas y acordes a los personajes a representar, y, en definitiva, una serie con un extraño gancho que no dejará indiferente a nadie.

Todos los cuentos (al menos los clásicos infantiles adaptados) tienen su final feliz. Los malos acaban muertos, encarcelados o desterrados en el caso más suave. Pero ¿qué habría pasado si la malvada madrastra de Blancanieves decidiera obtener su final feliz? Esto es exactamente lo que ocurre en Once Upon a Time. La madrastra (Lana Parrilla, Swingtown), tras fracasar con el intento de dar muerte a Blancanieves (Ginnifer Goodwin, Big Love), irrumpe en la boda de la misma con el príncipe y les anuncia que una maldición está por llegar, algo que les hará perder todo lo que tienen. Su única esperanza reside, según averiguan por Rumpelstiltskin (Robert Carlyle, Full Monty) en su nonata heredera, que han de poner a salvo enviándola a "otro mundo" (el nuestro) y el día que cumpla los 28 años podrá salvarles.

Pasado ese tiempo, nos encontramos con Emma Swan (Jennifer Morrison, House, HIMYM), una caza recompensas que vive sola y nunca ha tenido familia. Su hijo de 10 años, Henry (Jared Gilmore, Mad Men), a quien dio en adopción, la sorprende un día por la calle revelándole su identidad y engañándola para que le lleve  de vuelta a Storybrooke, donde vive. Según él, Emma es la hija de Blancanieves, y sólo ella puede liberar a los personajes de cuento de la maldición de la malvada madrastra, que resultan ser todos los habitantes de Storybrooke, pero, obviamente, ellos no lo saben. 

De la mano de esta peculiar pareja vamos adentrándonos en este mundo de fantasía en el que descubriremos las partes de los cuentos que nunca antes conocimos, así como las relaciones entre los mismos. Enrevesado a primera vista pero hilado a la perfección, un argumento imaginativo que no deja lugar a dudas, de la mano de unas actuaciones magistralmente adaptadas al contexto. Como ya hemos comentado, la pega que le ponemos, porque no todo va a ser perfecto, son los efectos especiales. Pese a estar bien llevados, se nota a la legua el poco realismo que tienen, aunque no lleguen al chroma de Ringer (a partir de ahora referencia imprencindible).

Definitivamente no era lo que nos esperábamos... ES MEJOR.

Trailer