Fringe y su supervivencia

La gira de invierno de la TCA (Television Critics Association) parece que no suscita, a nivel general, muchos comentarios en la blogosfera televisiva pero, como siempre, este medio por el que las cadenas se presentan a la prensa televisiva de esta asociación ha desvelado no solo spoilers sin medida sino información de lo más interesante.

Durante las presentaciones de la Fox Kevin Reilly, presidente de entretenimiento (traducción literal) y/o mandamás de la cadena, ha dejado caer unas cuantas noticias que podrían sorprender a más de uno pero que tienen un profundo sentido lógico: la cancelación de Allen Gregory, que no habrá spin-off de Glee y que ni Fringe, House o Terra Nova tienen un buen futuro garantizado. Además, sin sorpresas, para cada una de estas afirmaciones Reilly ha dado una explicación basada en la economía, como es razonable.

También, como era de esperar, no han tardado en saltar las primeras quejas hacia el futuro de Fringe. "Porque tiene que sobrevivir. Porque es la mejor serie del mundo. Porque quedan muchas preguntas por resolver, ¡oh Locke!". Sin duda, la gran superviviente de la Fox se ha granjeado una extensa legión de fans (no os equivoquéis, nosotros nos incluimos) y como viene siendo una costumbre en este tipo de situaciones (volvemos a Community) solemos olvidarnos de la primera noción acerca de la televisión: es un negocio. Podemos gritar y patalear, podemos bombardear las redes sociales con quejas y peticiones pero al fin y al cabo, si ni la propia audiencia estadounidense sigue nuestra serie preferida, no tenemos mucho que hacer. Y aquí ya no entran en juego las audiencias DVR (grabadores de vídeo digital) que colaboraron y mucho en la renovación de la serie la pasada temporada, porque un producto tan caro no puede estar únicamente destinado en un porcentaje tan alto a una emisión no planificada.

Obviando lo que pueda decir Reilly acerca de su pasión por Fringe y de su interés por agradar a los fans, que podría perfectamente una forma de suavizar el golpe, y a pesar de que es cierto que esta serie ha ayudado y mucho a la cadena a diseñar una verdadera programación para sus noches de los viernes, ha tenido que admitir una realidad que ya suponíamos: con Fringe, la Fox está perdiendo un montón de dinero. Por supuesto, sus productoras podrían intentar reducir los costes de la serie: suprimir guionistas, actores o especialmente efectos especiales (menos mal que ya tienen todas las ventajas en cuanto a localizaciones) pero, ¿en qué convertiría el producto?. Esto es precisamente a lo que apunta Reilly, que anuncia que la cadena todavía tiene que discutir estos temas con los productores de la serie con perspectivas hacia una (complicada) quinta temporada.

Ahora bien, debemos esperar lo peor para Fringe. La televisión no es una ONG y esto se deduce a la perfección de las palabras de Reilly. Las series no se crean explícitamente para nuestro disfrute (especialmente no para el nuestro, el extranjero), sino que se fomenta este disfrute para la creación de un negocio que produzca dinero. Fringe, como el resto de las series, están presentes para entretenernos y en base a ello las televisiones obtienen beneficios gracias a la publicidad. Pero cuando no hay espectadores suficientes ante el televisor, aunque éstos graben el programa en vídeo (un vídeo con publicidad que puede "saltarse" el usuario con su mando a distancia), los anunciantes pierden interés en el show y la cadena pierde por lo tanto el dinero de estos anuncios. Es una lógica aplastante pero debemos intentar no olvidarla, aunque cueste.

Aún así, no pongamos aún el grito en el cielo. La supervivencia de Fringe, como debe ser, es tan sobrenatural como lo que se cuenta en ella y quién sabe si el próximo mayo la serie consigue sobrevivir otra temporada más.