Después del trepidante final del capítulo anterior, Castle vuelve este semana para darle fin a este doble capítulo que incluye espías de la CIA e intentos de acabar con los Estados Unidos de América. Y lo hacen con cuarenta minutos de giros y sorpresas, algunas evidentes, otras no tanto. ¿Y es que quién pensaría que el posible final de la primera potencia mundial estuviera a manos de una niña china de 13 años?
El capítulo comienza con Castle y Beckett atrapados en el coche mientras éste se hunde en las profundidades marinas. La verdad es que no alargan demasiado este forcejeo inútil, en el que el resultado es más que evidente: no pueden morir ahogados. Así que después de que hayan conseguido huir, la agente Sophie de la CIA les expulsa directamente del caso y además comenta de manera poco discreta la implicación emocional que tuvo con Castle años atrás, para sorpresa de la detective.
Pero a pesar de lo que la agente de la CIA haya podido mandarles, la pareja protagonista no va a darse por vendida, y prepara su propia investigación. De este modo, descubren la casa que el matemático asesinado que había pronosticado el fin de EEUU. Y para su asombro se encuentran con una habitación llena de hilos que unen eventos que pueden desencadenar incluso una Tercera Guerra Mundial. Y la clave de todo esto es la fotografía de una niña china de 13 años. A estas alturas vuelve a parecer Gage, que nos asombra salvando a Castle y Beckett y de quien se descubre que quizás no sea él el que esté llevando a cabo la operación Pandora.
En las instalaciones de la CIA investigan a Gage, quien da a entender que todo esto viene de dentro, de un posible topo en a misma compañía gubernamental que busca el fin de su patria. ¿Quién podrá ser el traidor que quiera desencadenar una guerra mundial? Para mí, quizás, demasiado evidente este giro de la trama, que nos lleva a la resolución de la misma. Una vez han descubierto la identidad de la niña china, que resulta ser la hija de un importante magnate chino, la razón por la que ella pueda ser el desencadenante de esta desgracia está más que claro: la situación económica por la que está pasando ahora mismo EEUU no es nada favorable como para que China deje de comprar deuda, lo que induciría al país a una crisis nacional a gran escala. De ahí, se podría derivar a una guerra mundial, en la que Estados Unidos no tendría tan clara su victoria.
En definitiva, un final decente para un doble capítulo entretenido, que además nos plantea una nueva cuestión: ¿Quién es el padre de Castle? ¿Es un espía de la CIA? Esperemos que poco a poco estas cuestiones se nos vayan resolviendo, mientras el escritor y la detective siguen haciendo de las suyas en esta recta final de la cuarta temporada.
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