En los días que corren, seguir el esquema preestablecido, incluso en una industria tan estructuralmente estática como la televisión, se ha convertido en un factor de riesgo más que puede separar el éxito del fracaso de una cadena y, específicamente, de las series que distribuye. Cada vez es menos oportuno ampararse en el modelo de distribución que todavía se mantiene vigente en televisión y es que, quizás por las posibilidades de otros medios ajenos a la televisión (o que lo sobrepasan, como Internet) o por la continua necesidad de los espectadores de nuevos productos y, especialmente, de primicias que los acompañen, seguir el calendario de rigor que establecen las cadenas, con dos grandes temporadas anuales y unas fechas específicas de emisión, deja patente una necesidad real de modernizar el sistema de distribución de la televisión a través de Internet. Me explico: no hablo de que la televisión se pase a emitir íntegramente online (que es una posibilidad que habría que plantearse), sino que al no crear incentivos hacia un potencial espectador a través de la generación del hype, del que os hablamos en la última entrega de filosofía seriéfila, las cadenas están perdiendo una interesante porción de una (potencial) audiencia.
Por eso, hoy queremos hacer repaso de cómo se encuentra la situación actual y reflexionar sobre qué cambios se han realizado y las ventajas que han producido.
Que la distribución estándar de televisión (la de toda la vida, emito y me ves) compite o competía con Internet es un hecho. La discusión que traemos no es cómo deberían afrontar las cadenas el que sus públicos puedan ver sus contenidos cuando les dé la gana y saltándose la preciada publicidad. Si no ves (si no ven los estadounidenses, perdón) tu serie favorita tienes tres opciones: las dos legales e innecesarias para el público doméstico, grabar el episodio en tu DVR o verlo al día siguiente en la web de la cadena; la ilegal (para nosotros, los extranjeros), descargarlo de Internet. Con las tres, la publicidad se va al garete (no del todo con el streaming) y eso, claramente, no es rentable. Esta no es la cuestión aunque también es algo sobre lo que reflexionar.
Vamos un poco más atrás; pensemos, de hecho, en semanas antes de que se emita una temporada: ¿cómo le recordamos a la gente que su serie favorita de la que ya no se acuerda va a regresar? Nada mejor que "filtrar" el episodio piloto y que todo Internet se entere de que un estreno de temporada se les ha escapado de las manos a una cadena, creando además la falsa creencia de que si se ha "filtrado" tiene que ser algo espectacular y que la cadena ha recibido un duro golpe. Obviamente, no es así. No es casualidad que todos los años se filtre la premiere de Dexter como quien no quiere la cosa: que semanas antes del estreno oficial una pequeña aunque ruidosa proporción de gente haya visto el episodio genera un hype tremendo, algo que especialmente Showtime sabe muy bien, y es que es una especialista en estos pre-airs tanto de estrenos como de nuevas temporadas (¿Alguna vez se ha filtrado algún episodio que no sea el primero? Pues eso). No obstante, esta no es una técnica novedosa y todas las temporadas tenemos una decena de episodios filtrados. De hecho, ya se filtraron en su tiempo varios pilotos como el de The Big Bang Theory (raro, ya que la CBS no necesita esta publicidad), Chuck, Pushing Daisies... hasta creo recordar que esta temporada Once Upon a Time se "filtró" en IMDB. Sorpresa.
No obstante, no es suficiente. En cierto modo, y a pesar del hype que se crea, emitir un episodio piloto (además, normalmente siempre es el más caro) es una pérdida relativa de dinero o, mejor dicho, es la forma de no ganarlo. ¿Por qué no emitir un piloto directamente en televisión semanas o incluso meses antes de que comience a emitirse la serie? Sin duda, el procedimiento es el mismo pero al mismo tiempo se crea un público, se gana dinero con la publicidad y se hace una prueba a gran escala del funcionamiento de tu estreno. En mi opinión, mejor imposible. Este año ya lo han probado Luck en HBO (aunque aquí, como sabemos, la publicidad no tiene nada que ver) y Touch en la Fox, que además ha conseguido unos datos estupendos. Aunque como todo tiene su parte negativa, que es que tus espectadores tendrán que esperar más de lo normal para seguir viendo la serie y perderán el interés más rápido que con las filtraciones (de hecho, la temporada de Luck no ha empezado con buen pie). No hay método infalible, claro.
Aunque, si tenemos que señalar los que han ido más lejos nuestra apuesta sería la NBC con Smash. La serie, que se estrena el próximo 6 de febrero, no solo filtró su piloto sino que, para más inri, ¡lo subió a YouTube! Es una pena que el público extranjero no lo pueda ver pero es una maniobra muy interesante y, ante todo, muy eficaz para llegar a más públicos. Métodos para crear hype hay muchos, como los webisodios entre temporadas o incluso los pilotos dobles que te dan doble necesidad de seguir viendo la serie (aunque, cuidado, que puede llegar a ser negativo como en The Firm), pero el de emitir el piloto semanas antes en tu cadena o en YouTube me parecen de los más apropiados.
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