Atención, ¡spoilers!: si no sabes qué pinta esa rubia en Raising Hope no sigas leyendo
La comedia de Greg Garcia (My Name is Earl) comenzó con muy buen pie su carrera en la FOX y nadie puede negar que su evolución en apenas año y medio ha sido delirante y fastuosa. De convertirse en la primera serie de la temporada 2010/2011 en conseguir la temporada completa, poco a poco fue perdiendo a la audiencia que la acompañó en sus inicios para, quién sabe, acabar siendo pasto de un nicho de espectadores bastante aguerrido que se ha visto encandilado por los (extraños) encantos de la familia Chance. Y es que Raising Hope no es una comedia para cualquier público: ni es elegante ni es revolucionaria, pero con su humor de clase obrera y sus coqueteos más que evidentes con temas excrementicios ha acabado por ganar a más de uno. Como a un servidor.
A pesar de sus defectos, que tiene muchos, Raising Hope ha sabido aportar una enriquecedora visión de la sitcom familiar. En cada episodio hemos visto cómo los Chance se enfrentaban a nuevos (es decir, los de siempre) temas familiares que iban surgiendo con motivo de la entrada en la familia de la pequeña Hope (Princess Beyoncé), la pequeña bastarda de Jimmy Chance. Desde sus primeros malabarismos con la audiencia, que no se había olvidado del todo de las genialidades de My Name Is Earl, con la que comparte no solo creador sino referencias y guiños de todo tipo, Raising Hope ha ido creando una apasionante estructura narrativa en la que cada una de las burradas que cuentan a su público no solo han ido ganando en humor sino que, llenas de sentido, forman parte de una lógica interna totalmente apasionante. Desde la grandeza humorística de Virginia (las referencias a la cultura popular, su soez manera de hablar, sus ideas...) a las idas de olla de Maw Maw, pasando por el resto de la familia (en mi opinión, en cuestión interpretativa un poco en segundo plano) y un plantel de secundarios bastante jugoso, todo ello dando vida a una serie de historias muy divertidas y en muchos casos, originales, Raising Hope ha acabado por convertirse en una interesante comedia de cierta calidad gracias a sus tronchantes escenas y, todo hay que decirlo, en ocasiones excesivo complejo moral.
Si hay algo que ha formado parte de esa estructura, forjándose desde sus inicios, ha sido la relación entre Sabrina y Jimmy, compañeros de trabajo y amigos íntimos. Él, enamorado de ella desde que la conoce, ha intentado en más de una ocasión lograr que la chica se fijara en él, abandonara a su novio y así acabar siendo pareja. Curiosamente, para una serie cuya estructura ha ido evolucionando y haciéndose cada vez más compleja, la relación entre ambos no ha pasado en ningún momento a formar parte de uno de los tabúes que tienen muchas series; aunque bien podría serlo (si lo miramos con perspectiva ya que aquí no juega ningún fenómeno fan), no es la madre de esta comedia, no había en bandeja ninguna tensión sexual ni ningún interés para que el espectador se enfocara en esta relación. Por eso, no era tan sorprendente que en el episodio de Halloween, que se emitió la semana pasada, Jimmy y Sabrina acabaran juntos. Y menos mal, porque no hacía falta extender más el motivo de este momento, y con la chispeante presencia como artista invitada de Ashley Tisdale, catalizador del gran momento de esta temporada, no hay más que aplaudir y sonreir como un crío ante la emocionante escena final del episodio.
Pero, ¿qué pasará a partir de ahora? Podemos asegurar que Jimmy y Sabrina intentarán, por lo menos, tratar de estar juntos pero sus diferencias sociales y económicas serán toda una barrera, o eso imagino. ¿Y los motivos familiares? Una muralla. Sin duda, me alegra enormemente que se haya puesto un punto y seguido a esta historia, que abre nuevos caminos y otorga un soplo de aire fresco a una serie que, aunque estaba en un buen momento, bien pronto podría haber sucumbido ante sí misma. Bravo.
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