Serena no sabe lo que quiere, e intenta arrastrar a su prima a su terreno, Blair quiere ser una princesa, a Nate se le ha hinchado un labio y Diana quiere quitarle The Spectator y Chuck se viste como un Teletubbie y sigue con su drama familiar sin fin, buscando un apoyo en Blair que jamás recibirá. Además, Rufus se pone nostálgico y tras una pelea con Lily, se queda en el loft de Brooklyn. Y eso ha sido el capítulo de Gossip Girl de esta semana. FIN.
La trama de Gossip Girl, si bien trata de renovarse, no lo consigue. Lola es el único personaje que puede traer un soplo de aire fresco a la historia. Pero tampoco os emocionéis, que no sé cuánto durará y si sabrán aprovecharlo. Además, la desesperación por darle algo interesante a Nate empieza a ser extrema, ¿o no os he hablado nunca de Nate florero? Blair parece otra persona, Dan cada vez es más insulso, Chuck se ha quedado sin nada que hacer y Serena cada vez es más insufrible. Con esto, el grupo de protagonistas es cada vez más odioso, y la perspectiva de agregar personajes nuevos, aunque arriesgada, es lo más inteligente. Con Charlie/Ivy no salió bien, y acabó por aburrirnos soberanamente con sus historias. Es hora de que Charlie/Lola pruebe suerte, y, de momento, la historia planteada no suena mal, y si consigue resurgir a Nate y espabilar a Serena por el camino, puede suponer la salvación de una serie condenada, pero...sin presión. Queda feo no comentar nada más del capítulo en sí, así que vamos a extendernos un pelín.
Los papeles del divorcio de Blair llegan por fin a sus manos, pero la idea de no ser una princesa nunca más la asusta, lo que hace que no llegue a firmarlos. La situación remueve los hechos, y se descubre que Chuck fue quien pagó su dote, y Dan, en un alarde de caballerosidad y originalidad, lleva a Blair vestida de princesa a sus dominios, las escaleras del MET, para que pueda sentirse una princesa una vez ante las estudiantes de Constance, que van hacia ella como fans enloquecidas.
Serena, ahora que tiene en sus manos el poder de Gossip Girl trata de pasar el testigo de It Girl, y quién mejor que su prima Lola para ocupar su lugar. Aunque trata de utilizar a todo el Upper East Side para conseguir sus propósitos, le acaba explotando en la cara, ya que se ve relevada a un segundo plano, y por mucho que se queje, le encanta ser el centro de atención.
Nate, con ayuda de Lola pero sin dar a conocer sus intenciones, trata de vengarse de Diana, que vuelve con intención de recuperar The Spectator, además de de provocar la ruptura de Nate con su nueva novia. Aunque finalmente parece ceder, todos sabemos que sus intenciones son de todo menos buenas, ¿qué hará ahora?
Por su parte, Chuck descubre que tampoco fue Elizabeth quien donó la sangre que le salvó la vida, por lo que su búsqueda no ha hecho más que empezar. Por el camino trata de buscar la amistad de Blair, pero ésta sigue creyendo que sus intenciones no son las que muestra. ¿No os suena a temporadas pasadas? Con lo que han sido estos dos...
La historia de los padres, Rufus y Lily, no va más allá de lo que al principio de esta review hemos comentado: por culpa de la situación provocada por Ivy y la herencia de Cece, el feliz matrimonio se pelea y separa, volviendo Lily a su apartamento y quedándose Rufus en su casa de Brooklyn. Problemas en el paraíso, sin mayor importancia, porque no creo que dure más de una semana. Pero bueno, ya se verá.
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De verdad, esta serie cada vez me aburre más y más, antiguamente Serena me encantaba, y se está convirtiendo en una malcriada que es como el perro del hortelano. Me gusta Lola, pero para mi, el mejor personaje sigue siendo Blair, aunque lo que no me gusta es su forma de vestir, últimamente, su estilo es más la de una mujer de 60 años elegante. Espero que cambie la serie por su bien.
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