Para la desgracia de Mira, Spartacus nunca tuvo ojos para ninguna otra mujer excepto para la suya propia, arrancada de sus brazos por la tiranía romana materializada en Gaius Glaber, primero, y por su dominus Quintus Batiatus después. Tras borrar de la faz de este mundo al avaricioso lanista, el gladiador tiene en su punto de mira al praetor de Roma, sin duda un rival mucho más difícil que lo identificará como enemigo de todo un imperio.
A pesar de sus esfuerzos por tintar su causa a favor de la libertad y de albergar una mínima esperanza en reflejar esa causa en su querido guerrero, Mira siempre supo que Espartaco ansiaba, por encima de todo, vengar la muerte de su esposa, la única mujer que realmente amó. Pero la suya no ha sida la única causa (aquí fallida) de la temporada.
Otros personajes han ejercido su particular cruzada contra algún elemento a lo largo de estos magníficos diez episodios.
Crixus sólo se unirá a las fuerzas de Spartacus con el fin de localizar a Naevia, y no será hasta ver las consecuencias de la opresión en su amada cuando empieze a creer en la causa de la libertad. Naevia, antaño la esclava protegida de Lucretia, perdió el favor de su domina al ceder a los deseos carnales - prohibidos para ella por expreso mandato de la mujer de Batiatus - con el undefeated gaul. Su desobediencia la expone a un sinfín de abusos y de ira interiorizada que la hará unirse con fervor a la causa del grupo de rebeldes del imperio.
Será su propia espada la que acabe con Ashur, el esclavo siempre listo para defender sus propios intereses. De nuevo vuelve a escapar de la muerte prematura debido a su astucia y alta traición, fijando su causa en conseguir la libertad y una esposa (y qué esposa) por medio de entregar a Espartacus ante las fuerzas de Roma. Pecando de algo muy común en todos los personajes de la historia, el exceso de ambición trunca los planes del sirio, que es finalmente expuesto a la muerte segura por medio del que una vez le prometió seguridad, Gaius Glaber.
La mujer del mismo Glaber, Ilithya, recibe su castigo por todos los pecados cometidos en la primera temporada, pero es un castigo muy diferente al que la audiencia esperaba. Mientras los espectadores ansiábamos ver sus sesos esparcidos por la arena, su sufrimiento proviene, no por medio de su muerte, sino de su supervivencia a su propio mundo devastado.
Albergando en su vientre al heredero del praetor romano, ya no encuentra felicidad ni interés al lado del político, pues la rebelión de Spartacus pone en tela de juicio su capacidad para gobernar. Recibiendo la aprobación de su padre el Senador para conseguir el divorcio y casarse con el prometedor Varinius -hombre cuya prominencia perecerá en corto tiempo-, ve cómo su causa queda truncada con la muerte de su progenitor - a manos del mismo Glaber, que descubre la artimaña de su esposa - antes de que pudiera disolver el matrimonio. Aconsejada por Lucretia, Ilitha volverá a luchar por el favor de su marido en contra de sus deseos.
La misma Lucretia, enviagrada en un halo de misticismo durante toda la temporada, mantiene su causa oculta hasta el final. Convertida en una profetisa, creando una delgada línea que separa su sinceridad con la más maquiavélica manipulación, su único motivo es recuperar lo que le fue arrebatado en el último capítulo de la primera temporada, esto es, un heredero para su amado y póstumo marido. El resultado: totalmente satisfactorio, pues su esfuerzo por proteger a Ylithia de todos los obstáculos que ésta atraviesa durante la temporada (su coqueteo con el aborto, los maltratos psicológicos de su marido, su cautividad a manos de Spartacus) finaliza con el ansiado nacimiento del niño. Después de arrancarlo de los brazos de su madre, Lucretia se dirige hacia el más allá con el hijo que siempre creyó suyo mediante arrojarse por un precipicio.
Gaius Glaber ve en Spartacus un gran problema para su ascensión en el Senado, pero es precisamente el gladiador el que le proporciona, indirectamente, su mayor momento de gloria y de borrachera de ambición. El derrumbamiento de la Arena de Capua (en un espectacular episodio 5, Libertus) de parte de los rebeldes, le proporciona a Glaber el momento idóneo para deshacerse de su incomplaciente suegro. Su cruzada de odio y sangre por las calles de Capua -mediante crucificaciones públicas de esclavos inocentes- tendrá como fin provocar al justo Spartacus, que finalmente responderá al gobernante mediante atravesarle la cabeza con una espada insertada en la boca.
¿Y qué hay de Spartacus? Su causa finalmente llega a un fin. Glaber perece por motivo de su espada, pero un gran rastro de sangre hay tras sus pies, y una nube de seguidores que claman enloquecidos su nombre están dispuestos a dar la vida por su causa. Pero, tras la muerte de los enemigos del gladiador, la pregunta es: ¿cuál es ahora su causa?
A pesar de sus esfuerzos por tintar su causa a favor de la libertad y de albergar una mínima esperanza en reflejar esa causa en su querido guerrero, Mira siempre supo que Espartaco ansiaba, por encima de todo, vengar la muerte de su esposa, la única mujer que realmente amó. Pero la suya no ha sida la única causa (aquí fallida) de la temporada.
Otros personajes han ejercido su particular cruzada contra algún elemento a lo largo de estos magníficos diez episodios.
Crixus sólo se unirá a las fuerzas de Spartacus con el fin de localizar a Naevia, y no será hasta ver las consecuencias de la opresión en su amada cuando empieze a creer en la causa de la libertad. Naevia, antaño la esclava protegida de Lucretia, perdió el favor de su domina al ceder a los deseos carnales - prohibidos para ella por expreso mandato de la mujer de Batiatus - con el undefeated gaul. Su desobediencia la expone a un sinfín de abusos y de ira interiorizada que la hará unirse con fervor a la causa del grupo de rebeldes del imperio.
Será su propia espada la que acabe con Ashur, el esclavo siempre listo para defender sus propios intereses. De nuevo vuelve a escapar de la muerte prematura debido a su astucia y alta traición, fijando su causa en conseguir la libertad y una esposa (y qué esposa) por medio de entregar a Espartacus ante las fuerzas de Roma. Pecando de algo muy común en todos los personajes de la historia, el exceso de ambición trunca los planes del sirio, que es finalmente expuesto a la muerte segura por medio del que una vez le prometió seguridad, Gaius Glaber.
La mujer del mismo Glaber, Ilithya, recibe su castigo por todos los pecados cometidos en la primera temporada, pero es un castigo muy diferente al que la audiencia esperaba. Mientras los espectadores ansiábamos ver sus sesos esparcidos por la arena, su sufrimiento proviene, no por medio de su muerte, sino de su supervivencia a su propio mundo devastado.
Albergando en su vientre al heredero del praetor romano, ya no encuentra felicidad ni interés al lado del político, pues la rebelión de Spartacus pone en tela de juicio su capacidad para gobernar. Recibiendo la aprobación de su padre el Senador para conseguir el divorcio y casarse con el prometedor Varinius -hombre cuya prominencia perecerá en corto tiempo-, ve cómo su causa queda truncada con la muerte de su progenitor - a manos del mismo Glaber, que descubre la artimaña de su esposa - antes de que pudiera disolver el matrimonio. Aconsejada por Lucretia, Ilitha volverá a luchar por el favor de su marido en contra de sus deseos.
La misma Lucretia, enviagrada en un halo de misticismo durante toda la temporada, mantiene su causa oculta hasta el final. Convertida en una profetisa, creando una delgada línea que separa su sinceridad con la más maquiavélica manipulación, su único motivo es recuperar lo que le fue arrebatado en el último capítulo de la primera temporada, esto es, un heredero para su amado y póstumo marido. El resultado: totalmente satisfactorio, pues su esfuerzo por proteger a Ylithia de todos los obstáculos que ésta atraviesa durante la temporada (su coqueteo con el aborto, los maltratos psicológicos de su marido, su cautividad a manos de Spartacus) finaliza con el ansiado nacimiento del niño. Después de arrancarlo de los brazos de su madre, Lucretia se dirige hacia el más allá con el hijo que siempre creyó suyo mediante arrojarse por un precipicio.
Gaius Glaber ve en Spartacus un gran problema para su ascensión en el Senado, pero es precisamente el gladiador el que le proporciona, indirectamente, su mayor momento de gloria y de borrachera de ambición. El derrumbamiento de la Arena de Capua (en un espectacular episodio 5, Libertus) de parte de los rebeldes, le proporciona a Glaber el momento idóneo para deshacerse de su incomplaciente suegro. Su cruzada de odio y sangre por las calles de Capua -mediante crucificaciones públicas de esclavos inocentes- tendrá como fin provocar al justo Spartacus, que finalmente responderá al gobernante mediante atravesarle la cabeza con una espada insertada en la boca.
¿Y qué hay de Spartacus? Su causa finalmente llega a un fin. Glaber perece por motivo de su espada, pero un gran rastro de sangre hay tras sus pies, y una nube de seguidores que claman enloquecidos su nombre están dispuestos a dar la vida por su causa. Pero, tras la muerte de los enemigos del gladiador, la pregunta es: ¿cuál es ahora su causa?
Me lo he pasado como un lechón en un lodazal con esta temporada. Puro entretenimiento sin darle más vueltas. muy buen artículo.
ResponderEliminarUna pena que el exceso grafismo en su violencia y sexo la tilde erróneamente de serie frívola y así nunca se tome en serio. Porque desde luego es una producción muy muy digna. Gracias :)
ResponderEliminarDe las mejores series en los últimos 5 años, sin episodios de relleno ni darle tantas vueltas al tema y cada personaje con su propio final.
ResponderEliminarLa historia de Spartacus es verídica no es ficción (aunque obviamente la serie tiene casi todo adaptado de una manera ficticia y hasta cierto punto exagerada en el buen sentido), pero en la historia real Spartacus casi logra la causa de la libertad aunque lo matan años antes de que pase eso, me imagino que en la serie lo alargarán un poco para unas dos temporadas más.
Espero que el ritmo no cambie y sigan manteniendonos con los nervios de punta con cada nuevo episodio. Magnífico final aunque se extrañará mucho a Lucretia y Gabler.
...y a Ilythia. El creador ha confirmado su muerte, aunque reconoce que no quedó del todo claro.
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