Creo que a estas alturas de la película (o de la serie) podemos decir que la fiebre por los sesenta está más que consolidada en la televisión, a todos los niveles y en todas las potencias televisivas. Lejos de buscar comparaciones con el fenómeno Mad Men, en apenas un año hemos visto estrenarse series ambientadas en la misma época, tanto rotundos fracasos como The Playboy Club o (estar por verse pero mejor vayámonos poniéndonos los cinturones) Pan Am, series de reciente estreno como Magic City, y hasta miniseries tan variopintas como The Kennedys o hasta la británica Call the Midwife, ambientada una década anterior pero que sin duda toca temas bastante coetáneos. En la misma línea se ha estrenado White Heat, miniserie también británica que no solo ostenta la excelencia propia de la casa que la firma, la BBC (en este caso, su segundo canal), sino que aborda esta época de revoluciones políticas y sociales desde un punto de vista tremendamente interesante: qué significaron estos años para la juventud.
De la mano de Paula Milne, aclamada y galardonada escritora que cuenta en su haber con obras interesantísimas como The Politician's Wife o Angels, nos llega White Heat, un retrato generacional exquisito que parte desde los turbios años sesenta hasta la actualidad, reflejando cada uno de los episodios una época distinta a través de las cuales vemos cómo los personajes principales maduran, se relacionan, aman y sufren hasta llegar a la época actual. Todos ellos compartieron piso en su juventud, si bien sus diferencias parecían más un juego de convivencia o un experimento social que una forma de vida, y los vaivenes de sus vidas forzaron un distanciamiento que solo se resuelve cuando se vuelven a reunir en el apartamento que los unió tras la muerte de uno de ellos, cuya identidad no conocemos hasta el episodio final. Así, tenemos a Charlotte (Claire Foy, Upstairs Downstairs), periodista con ganas de descubrir el mundo que le espera; Jack (Sam Claflin, The Pillars of Earth), estudiante de políticas cuyas ideas chocan profundamente con su status social; Lilly (MyAnna Buring, en la próxima de Crepúsculo), artista y liberal; Orla (Jessica Gunning, Law & Order: UK), católica y estudiante de psicología; Alan (Lee Ingleby, Luther), un joven muy conservador; Víctor (David Gyasi, Red Tail), abogado de color; y, finalmente, Jay (Reece Ritchie, The Lovely Bones), estudiante de medicina que trata de ocultar su homosexualidad.
Diferentes, con distintas aspiraciones e ideales, estos siete jóvenes que un día fueron unidos por Jack para demostrar una de sus ideas, descubrirán que tienen más en común de lo que pensaban a pesar de todo lo que los separa, y vivirán juntos momentos felices así como profundamente dramáticos, en los que los cambios sociales de la época tendrán mucho que decir, pero no todo. El intencionado cinismo, que demuestra que pese a nuestros ideales seguimos siendo humanos y actuando según nuestros instintos así como según nuestra educación, tal vez sea uno de los detalles más controvertidos pero, sin duda, lo más meritorio de White Heat. Bien podría tratarse de una historia actual, y de hecho sigue siendo la misma que hemos visto innumerables veces en televisión, pero resulta tremendamente interesante cómo nuestros siete personajes se van dando cuenta, con el paso de las décadas, de que no son más que aquellos que estaban destinados a ser desde el principio. Es una historia de humanidad, que se enfoca en cómo nos enfrentamos al paso del tiempo y al peso de nuestra propia personalidad. La ambientación en las distintas épocas no es más que un atractivo adorno que nos ayuda a darnos cuenta, como espectadores, del paso del tiempo.
La idea, en sí nada original, queda sublimada por la perfección de todos los elementos que la rodean. El impresionante realismo que ostenta parece llevarnos al pasado sin apenas esfuerzo, no solo gracias a una brutal ambientación sino especialmente en lo referente a temas de gran relevancia para la historia como el color de la piel, la sexualidad, las drogas o la concepción, que tratan con delicadeza pero con maestría. A la fotografía, siempre un plus en las producciones británicas, se le unen una banda sonora estupenda y una tremenda calidad interpretativa del reparto, tanto del joven como del que interpreta a los personajes en la actualidad (ahí tenemos a Juliet Stevenson, Lindsay Duncan
y Hugh Quarshie). En definitiva, una miniserie más que recomendable que hará las delicias de los amantes de la televisión británica así como aquellos que gustan de disfrutar de un drama de calidad.
The best miniserie I have ever seen!
ResponderEliminar