Supernatural
se une a esa lista de series que ya han dado por terminada la temporada, y lo
ha hecho en un episodio que lo he visto bastante flojo y predecible. Me
refiero a que era de suponer que acabarían con el jefe leviatán, y como viene
siendo normal en la serie, la última escena no me sorprende. La temporada ha
estado bastante bien; ha estado amena y sin caer en la rutina de un
mismo tema, error que se hizo en otras temporadas, pero el último episodio de
la temporada actual ha dejado bastante que desear. ¿Cómo conseguirán escapar
Dean y Castiel de su nuevo “hogar”?¿Cómo se las apañará Sam con su nueva
tarea?¿Qué quería Crowley del profeta?. Tendremos que esperar hasta el otoño.
Como
sabíamos del episodio anterior, Dick ha invocado a Crowley para hacer un trato
con él. Dick no es tonto, y sabe que los hermanos Winchester harán lo posible
para matarle, y por eso negocia con Crowley que les dé la sangre de un demonio
cualquiera en vez de la suya; a cambio, los demonios podrán quedarse en Canadá
sin sufrir ataques de leviatán alguno. Tras firmar, Crowley acude a Sam y Dean
para darles la sangre. Una vez allí se encuentra con dos personas que no le
hacen gracia: Meg y Castiel, tras una discusión típica de las suyas, Crowley
les comenta que necesitarán a Castiel (que se empeña en quedarse al margen) para
derrotar a Dick. Con los tres tipos de sangre necesarios en su poder, les falta
lo más importante, el hueso de un virtuoso, así que se van a una cripta donde
descansan los cadáveres de monjas para conseguir su último “ingrediente”.
Mientras
tanto, Bobby cada vez está convirtiéndose más en algo contra lo que luchaba
cuando estaba vivo: un espíritu vengativo. Y el asunto se le está yendo de las
manos, hasta el punto de poseer el cuerpo de una mujer como pudimos ver el
episodio anterior. El asunto es tan grave que cuando Sam intenta detenerle para
que recapacite, Bobby intenta matar a nuestro protagonista. Como era de
esperar, Bobby se da cuenta de lo que está haciendo y sale del cuerpo de la
mujer dejando a Sam con vida. Bobby es consciente de que tiene que parar, así
que toma una decisión: ya es hora de irse, así que se despide de los chicos
para que acto seguido, Dean funda lo único que le mantenía en este mundo: la
petaca.
Por otro
lado, Castiel decide ayudar porque Dick ha hecho varias copias de sí mismo, y
como él tuvo a los leviatanes en su interior (principio de temporada) es el
único que reconocerá al verdadero jefe leviatán. Tras una entrada arrasadora y
por la puerta grande de Meg con el Impala para desviar la atención, Dean,
Castiel y Sam seguirán adelante con su plan. Dean y Castiel van en busca del
verdadero Dick, y Sam irá en busca del profeta, quien le comunicará las
intenciones de Dick: ha creado un producto lácteo que matará a toda persona
delgada para asegurarse un mundo lleno de gente gorda (lo que ya sabíamos).
Como era de esperar, Dean consigue matar a Dick clavándole un arma falsa para que
bajase la guardia y clavarle después el arma real. La explosión que acompaña a
la muerte de Dick hace que Dean y Castiel desaparezcan. Resulta que muerto el
jefe de leviatanes, Sam tendrá que evitar que el resto de leviatanes se
organicen por su cuenta. Crowley aparece para darle dicha noticia a Sam sin
decirle el paradero de su hermano y de su amigo, además de llevarse al profeta
consigo. ¿Sabéis donde están Dean y Castiel? En efecto: en el purgatorio.
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