Se ha estrenado la cuarta temporada de uno de los mejores dramas familiares de la televisión. Hemos empezado el curso con un capítulo tranquilo, que plantea diversas tramas y continúa otras que ya pudimos ver en junio.
Amber ha dejado toda la trama de la campaña política y trabaja en el Luncheonette, con sus tíos. Está liada con uno de los cantantes, que resulta tener una novia formal. Adam lo despide y esta le confronta diciéndole que ya es adulta y no tenía por qué hacerlo.
Kristina y Adam tienen problemas con Haddie, que se marcha a la universidad pero no quiere pasar tiempo con ellos, y también con Max, quien ha perdido a su lagartija y cree culpable al nuevo hijo adoptivo de Julia y Joel, quien por cierto no se lo está poniendo demasiado fácil.
Por otro lado, la abuela no cree que Mark deba estar en la foto familiar que quieren hacer antes de que Haddie marche, pero él insiste diciendo que no va a ningún sitio. Sarah conoce al fotógrafo, con quien mantiene un desafortunado encuentro ya que finge tener experiencia en fotografía para conseguir un trabajo. En la trama menos interesante, Jasmine y Crosby confrontan a la madre de ella por inculcarle creencias religiosas a Jabbar.
No creo que esta temporada tengamos a Haddie permanentemente, ya que se va a la universidad (no salía en los créditos), cosa que a mí me da bastante pena porque Sarah Ramos me parece una actriz estupenda y es un personaje muy interesante y equilibrado.
Como casi siempre, Joel y Julia han sido para mí lo mejor: la difícil relación con su hijo puede dar mucho de sí, veremos cómo continúa. No me ha gustado, sin embargo, la introducción del nuevo personaje, el fotógrafo; esperemos que no decidan liarlo con Sarah, para una vez que encuentra a un hombre que de verdad la merece.
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