Los personajes antiguos siempre son bien recibidos, y si ese personaje es Alex Hunter, encarnado una vez más por la bellísima Gloria Votsis (The Gates) mejor. La peculiar relación entre Neal y Alex se retoma a su modo con la vuelta de la perista tras su paso por la prisión en Grecia. ¿Pero en qué punto quedó su relación con Caffey tras lo ocurrido con el submarino? Mozzie teme por su vida, y es que no hay que meterse con Alex, ya que siempre va un paso por delante.
Aun cuando Peter y su equipo siguen de cerca sus pasos e incluso acaban colaborando con ella para desenmascarar a la persona que la contrató para robar una exposición de arte griego, Alex da esquinazo a sus competidores, demostrando una vez más su inteligencia y dotes para la actuación. Traicionando incluso a Neal —de nuevo— logra su objetivo en los ojos de la policía y el FBI y logra que "su jefe" sea capturado. Caffrey le debía un tesoro y ha venido a cobrárselo. Lo más atrayente del capítulo en cuanto a la vuelta de Alex —aparte de que se la echa de menos, por supuesto— es la relación de amor/odio que tiene con Neal, cosa que nunca cambiará, como bien se nos enseña hasta en la última escena que tienen juntos. ¿Qué ha faltado? Sara, la tercera en discordia, revoloteando con celos merecidos para darle un poco más de vidilla al asunto; pero no se puede pedir todo y a lo mejor esto ya era mucho rizar el rizo. Después de todo, Neal y Alex siempre serán Neal y Alex.
Siguiendo el hilo argumental de la temporada, Neal recibe una cinta de vídeo que Ellen envió treinta años antes, cuando entraron en Protección de Testigos, ya que se tenían instrucciones de que no se la entregaran hasta que él y Ellen no fueran a verse más. Tras una negativa inicial a Mozzie por querer ver la cinta con Sam, Neal acaba accediendo a verla con su amigo y Peter, ya que, después de todo, hay que saber en quién confiar. ¿Será Sam realmente de fiar? Pero sobre todo... ¿qué tiene la misteriosa cinta?
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