Nuestra redactora habitual de Fringe lamentablemente no se ha podido ocupar de escribir la review del episodio de esta semana, así que un servidor se las tiene que ver como puede para analizar como sea posible lo que considera que viene siendo el bajón más grande en una serie desde la sexta temporada de Dexter. Si bien no es justo ponerla a ese nivel en la altura del cuarto episodio, no pretendo ocultar que el sentido de esta temporada se escapa totalmente a mi entendimiento. Pero como tampoco quiero ser así de agorero desde el primer momento, aquí va lo que pienso de The Bullet That Saved The World.
Porque no nos engañemos: a pesar de las pegas que le podamos poner a la temporada, éste último ha sido una joya a nivel emocional e incluso a nivel de acción, a pesar de los recortes. La cara y la cruz de Fringe, como casi siempre.
Hasta aquí hemos llegado, Etta
Nunca estuve del todo de acuerdo con que la última temporada de Fringe, teniendo en cuenta su vastísima mitología anterior (¡cómo mola el almacén Fringe, por cierto!), se trasladara a esa futuro apocalíptico tan confuso, y este cuarto episodio creo que demuestra que, efectivamente, nunca fue una buena elección. Cuando September nos previno en la temporada anterior de la llegada de "ellos", los observadores, jamás tendría en mente que eso daría a pie a un scavenger hunt tan dramático y, a veces, inútil (ahí la hoja con ecuaciones de esta semana). No obstante, quizá lo que más me preocupe es que Fringe no puede terminar en el futuro, porque no tiene sentido alguno, ¿no creéis?
Y menos ahora, tras la muerte de Etta, que ha durado en plantilla la friolera de cinco episodios a pesar de su gran simbolismo como fruto del amor de Peter y Olivia, que aparentemente era la razón de todo. El Capitán Windmark, más preocupado por descubrir los pensamientos de los fugitivos que descubrir sus verdaderos planes, descubre que el secreto de todo se encuentra en el amor gracias a ese último vistazo que le deja echar Etta en su mente. Pero, ¿cómo encajarán todas esas piezas?
Está claro que el asesinato de Etta tiene una función fundamental: darle al equipo Fringe una verdadera razón por la que luchar, al mismo tiempo que poner en nuestra mirilla de odio al repulsivo Capitán Windmark (nombre que debe venir por aquello de que para lo rechoncho que es, hay que ver cómo se mueve de rápido). Está claro que con su muerte, su familia tendrá una sed de venganza atroz y se acelerarán todos sus planes para acabar con los observers, y entonces habrá más de una bala en el aire (por cierto, qué poca gracia para explicar la historia).
¿A nadie más le ha molestado esta rápida liquidación, sobre todo después de esas intensas escenas madre-hija de los episodios anteriores?
La paloma
Como buen temporada temática, este mundo apocalíptico de Fringe se divide entre los partidarios y los opositores del régimen, y es de manual que haya un topo infiltrado en el régimen que ayude a los valientes héroes de la revolución. Estaba claro que ese pez gordo (y arrugado) sería Broyles, pero no voy a negar que ese reencuentro con su protegida emociona y mucho.
No obstante, los observadores andan tras un gran traidor, llamado La Paloma, y nos dejan caer que el antiguo comandante sería esa figura. ¿Será La Paloma, sea Broyles o quien sea, quien ayude a los fugitivos a cumplir su misión?
Pero detrás de ese fallido maquillaje, como sabemos, se encuentra el siempre misterioso Broyles, que en el último momento se lleva la hoja con las ecuaciones, no sabemos con qué intenciones. ¿Nos podemos fiar de él?
Sí, fue un gran bajón que hayan matado a Etta. No logro comprender para dónde irá ahora la serie.
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