Por lo general, tenemos miedo a cometer los mismos errores que nuestros padres. Si algo de ellos no nos gusta, tememos llegar a hacer lo mismo. Tal como a nosotros nos pasa esto, lo mismo le ocurre a Regina. Aunque más flojo que el anterior y volviendo a la tónica de la primera temporada, donde nos muestran cómo algo del pasado repercute en la vida presente de los personajes, nos encontramos ante un capítulo aceptable centrado en la vida de Regina —cosa siempre buena—, que abre puertas a lo que sucederá durante el año, en vez de mostrarnos demasiado.
Storybrooke es un caos tras el ataque del espectro, y todos buscan su lugar en el desastre. Mientras esto ocurre, el Príncipe mira por el interés de su familia sobre el del resto de su pueblo, haciendo lo imposible por recuperar a su mujer y su hija perdidas. A su vez, Regina, desesperada por recuperar su poder y a su hijo, recurrirá una vez más a Rumpel... Mr.Gold, quien le entregará un libro muy especial —y su poder en consecuencia—, así como una observación que cambiará su vida. Aunque en el pasado no viera el parecido, ahora Gold ve claramente que Regina es hija de Cora.
Cora, esa mujer llena de maldad y ansiosa por tener más poder que trató a su hija como objeto de cambio para conseguir un reino. Nos trasladamos a esa época en la que Regina aún no era reina ni quería serlo, pero donde su sed de poder comenzó. Cuando conoció a Rumpelstiltskin y se deshizo de su madre; cuando prometió no convertirse en ella. Temiendo su conversión a una versión de su malvada madre y tras atemorizar al pueblo y secuestrar a su hijo, Regina recapacita y nos deja ver cómo su parte más humana no ha desaparecido, pero se niega a deshacerse del poder.
Conocemos también en este capítulo las consecuencias de dejar Storybrooke, una vuelta individual a la maldición, y es que quien cruza la línea, olvida su vida anterior. Cuando el pueblo al completo coge sus coches para huir de Regina y sus recién recuperados poderes, David/Charming, no sé cómo, aparece en el momento justo para recordarles a todos quiénes son y lo que perderían en un discurso digno de un príncipe.
Descubrimos además que el Bosque Encantado sigue existiendo, no sólo la parte que habitaban Aurora, Mulán y compañía, pero nadie, ni siquiera Jefferson —o eso dice— sabe cómo llegar allí. Del mismo modo, no creo que los que allí se encuentran sepan volver, pero esa información no les vendría mal a Emma y Blancanieves, que son capturadas y encerradas con una compañera muy especial: Cora. ¿La reconocerá Blancanieves al despertar? ¿Habrá sido el golpe en la cabeza tan oportuno que le habrá borrado la memoria? ¿La creerán los refugiados si les revela su identidad? ¿Seguirá Regina el buen camino? ¿Abandonará Rumpelstilskin en pueblo ahora que conoce las consecuencias que esto conlleva? ¿Dónde se ha metido Bella? Aún queda una semana... qué rabia.
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