De la misma forma que acabamos la temporada pasada, con Mick Jagger liderando tanto la parte interpretativa como musical del programa, esta semana el pequeño Bruno Mars, ese muchachín hawaiano pagafantas que no se cansan de vendernos como rompecorazones, se ha encargado de ambas partes del festín. Un riesgo o un suicidio, teniendo en cuenta que este cantante jamás había pisado el plató de 30 Rock. Igual que en el Juego de Tronos, en Rockefeller Plaza o ganas o mueres. Mars, para mi sorpresa y la de los televidentes norteamericanos -el programa superó la media de audiencia habitual-, ganó. Veamos por qué.
Live from New York, it's Saturday night!
"Jesus made me perfect"
Mucho cachondeo, como no podía ser de otra forma, con el profundo anuncio de Chanel nº5 protagonizado por Brad Pitt, con un discurso tan vacío como el que se gastaron los candidatos presidenciales al inicio del programa. Pero antes de eso tuvimos un sketch trash de esos que tantos nos (me) gustan. Ambientado en Detroit, cuyo nombre recuerda, no por pura coincidencia (en realidad sí) con "destrucción" este talk-show es un vivo retrato de la popularizada frase en internet "Haters gonna hate". Es curioso lo efectivo que es para la comedia travestir a los hombres. Cuanto más chonis, mejor.
"Ladies and gentlemen, Bruno Mars"
Normalmente el programa consta de dos actuaciones musicales por parte del invitado, aunque ésta ración de SNL ha parecido más un crossover de Smash. En el opening, Mars ya hizo una performance, y también tuvo un sketch dedicado exclusivamente a mostrar sus habilidades como imitador de otros artistas, desde Billy Joel Armstrong (Green Day) hasta el incesantemente copiado Michael Jackson. Es normal teniendo en cuenta que el invitado carece de base interpretativa. La primera actuación demostró que el directo es un gran fuerte de este cantante y su banda (con coreografía incluida), la segunda actuación me recordó porque no soy fan de este chico de pelo revuelto. Un exceso de azúcar que casi me provoca diabetes.
El programa contó con sus cameos habituales, esta vez del siempre sobrevalorado Tom Hanks, y con la reaparición de unos de los personajes más queridos del actor Bill Hader, Stefon. El ligeramente amanerado guía turístico de Nueva York volvió a impregnarnos las ganas de...quedarnos en casa.
En general un buen capítulo con gran espectáculo musical pero que me deja algo fría en comparación con el resto de semanas. Es pronto para confesarlo abiertamente pero me arriesgaré de todos modos: Kate McKinnon tuvo una aparición más bien discretita. Que toma nota Lorne Michaels: es su mina de oro de la temporada, y queremos que la explote. Hasta entonces,
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