Glee S04E07. Dynamic Duets

Innegable es que el tema de vestirse de súper héroes —más o menos— ficticios es una soberana chorrada que se ha metido tratando de recuperar algo de la comedia que reinaba en Glee en sus primeros episodios. El caso es que, más o menos, ha funcionado.¿Que ha sido una estupidez? Completamente de acuerdo. ¿Que no ha aportado nada aparte de darle algo de sentido a los duetos de temática heróica? Indeed. Pero a estas alturas, si no metes al spin off en el capítulo —a.k.a. 'Las aventuras y desventuras de Rachel y Kurt en Nueva York'—, y no hay un acontecimiento especial para centrarnos en algo en el McKinley, pierdes todo el gancho que podrías tener. Aunque los nuevos personajes tienen potencial, la sombra de los originales es alargada; todos sabemos que Kitty no es Quinn —y no sabemos realmente de qué va—, que la historia Jake/Marley/Ryder está más que trillada, que Puck debería salir más de medio minuto, porque sus 30 segundos fueron mejores que 10 minutos del resto y que Santana no hay más que una.

En el capítulo de esta semana el preciado trofeo que tanto costó al New Directions ganar en los Nacionales es robado por los Warblers —a los que les sobra el dinero para ir dejando portátiles a su paso— con el fin de recuperar a su líder nato, Blaine. Éste, que desde que terminó su relación con Kurt no se encuentra en su salsa, pese a una negativa inicial, decide acabar el curso en la Academia Dalton, volviendo a la chaqueta del uniforme de coro masculino. Pero como esto es Glee y sabíamos cómo iban a acabar las cosas, su nuevo amigo —y vicepresidente— Sam acaba convenciéndole de que su sitio ahora está con ellos, con o sin Kurt.

Vemos además cómo Finn inicia su aventura como líder del Glee Club, en principio vistiéndose a lo Will, después uniéndose al movimiento licra. Aunque le cuesta que sus hasta hace poco compañeros le vean como una autoridad, la tarea que les asigna instruye a todos, uniéndolos más que nunca y acabando con malos rollos porque, una vez más, esto es Glee. Felicidad gratuita. Gracias a su tarea, descubrimos que a Jake le hacen bullying —impensable para un Puckerman— y que Ryder es disléxico; así como la ¿nueva? ¿amistad? de Marley y Kitty, quienes realmente ya no sabemos si se siguen acercando o no a la bulimia —vergonzosa la manera superficial de tratarlo, todo hay que decirlo—, porque escena tras escena se contradicen. Pero no importa, porque al final todos son amigos —menos Kitty, que repito no sé muy bien de qué va— y como ya es habitual, cantan juntos en el auditorio al final del capítulo. Por lo menos hay que aplaudirles la coreografía, que aunque no fuera complicada, sí era diferente a lo que solemos ver. Algo es algo.

Mi conclusión es, y pensadlo un poco ¿de dónde sacan el tiempo y los materiales para hacerse esos disfraces? Porque estaban hechos de modista y muchos se lo prepararon de un día para otro. Increíble, que me enseñen el truco. Bueno eso, y que Wade/Unique se esconde muy bien.

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