Glee S04E08. Thanksgiving

Los últimos coletazos de Acción de Gracias aún están por aquí —y todavía queda Gossip Girl, que va con retraso— y esta semana ha llegado al McKinley, junto con los Sectionals. Que nadie se me tire a la yugular, pero yo sigo opinando que la influencia de los componentes originales de Glee es lo mejor de la serie, y esta semana, con la vuelta como mentores de la mayoría de ellos, junto con el potencial que demuestran con creces —la mayoría de— los nuevos y un gran número musical iniciado por Sarah Jessica Parker, que vuelve después de estar desaparecida siendo la mejor jefamiga que cualquiera podría desear, han conseguido que un capítulo que esperaba temerosa —lo del Gangnam Style me daba mucho miedo— se me pasara volando y me quedara con ganas de más. Así sí.

Nueva York

Ni Kurt ni Rachel vuelven a casa por Acción de Gracias. Después de su última desastrosa visita a Ohio, han escarmentado y deciden quedarse en su nuevo hogar y pasar la fiesta solos; pero lo que empezó siendo un plan tranquilo se convirtió en una fiesta por todo lo alto. Rachel no puede aguantar sin perdonar a Brody, que le pone ojitos y le da argumentos más que válidos para cualquier adulto, cosa que aunque Rachel se niegue a aceptar, no es. Por su parte, Kurt invita a Isabelle y ésta se lleva a toda la comunidad de travestis de Nueva York para que la acompañen en su actuación de Let's Have A Kiki. Un comienzo estupendo para una fiesta inolvidable.

Mentorización

El resto de los graduados del McKinley cumplen su palabra y vuelven a casa por vacaciones, reencontrándose, como debe ser, en el auditorio, para el deleite de todos nosotros. ¿Quién no se ha emocionado al ver a Quinn en la primera escena? Finn, ejerciendo de Will, decide asignarles a cada uno de los nuevos componentes del New Directions un mentor graduado —los clones Quinn/Kitty y Mercedes/Wade más que evidentes y muy bien explotados, sobre todo el primero— que le ayudará en su camino hacia el éxito. Grandes momentos como la actuación remember de la Santísima Trinidad, la lucha de gatas abofeteadoras en el piano o la descripción de Puck a su hermano sobre los gestos de Quinn junto con la maldad aduladora de Kitty han hecho que esta semana la trama del McKinley se haya disfrutado de lo lindo; aunque el cliffhanger final fuera más que evidente.

Sectionals

Después de cuatro temporadas, esta semana he descubierto que los Sectionals siempre se hacen en Acción de Gracias, qué cosas se aprenden. A grandes rasgos, ha sido más o menos lo de siempre; siempre hay tres coros; el irrelevante, el inmediato enemigo —véase Warlblers o Vocal Adrenaline— y el protagonista. Si analizamos los de este año, el irrelevante ha sido más irrelevante que nunca; los Warblers se han salido con su Whistle de Flo Rida y aunque One Direction era una elección obvia viendo la moda adolescente actual, Live While We're Young con Sebastian a la cabeza también les ha quedado clavada; ¿y qué hay del New Directions? Me considero totalmente fan del fenómeno Gangnam Style y aunque no entiendo absolutamente nada de coreano —por eso he decidido obviar todas las letras, que Whistle no es que sea muy propia—, creo que se han arreglado bastante bien para que les quede una versión más que aceptable, vistosa y con, por fin y en el mejor momento, un solo de Tina, que la pobre está de adorno. 

No hemos podido ver más porque a diferencia de otros años, han decidido cerrar con un cliffhanger en vez de con los resultados de la competición. Los problemas alimenticios de Marley le pasan factura y se desmaya justo al acabar la canción. ¿Predecible? Mucho, pero eso sí, me lo esperaba en primera fila o algo así. Espero que acaben tratando el tema con seriedad, porque no me gusta un pelo el enfoque superficial que le están dando a algo tan serio, sobre todo con la paliza que nos dio el señor Murphy con Kurt —que por cierto, se medio reconcilia con Blaine por teléfono—, veremos qué pasa. ¿Qué será de Finn si el New Directions pierde? ¿Volverá a su estado indefinido de auto compasión?

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