Spartacus ha vuelto tras un largo parón y lo ha hecho para emitir la que será su última temporada, que llevará el sobrenombre de 'War of the Damned'. Los seguidores pueden estar satisfechos porque la serie ha sido fiel a su esencia y nos ha ofrecido un episodio que es de la marca Spartacus a más no poder; hemos podido ver escenas muy gore, no aptas para corazones sensibles, secuencias de sexo y muchos desnudos, tanto femeninos como masculinos, un punto a favor de la serie. El episodio ha servido principalmente para ponernos en bandeja todas las tramas con las que van a jugar esta temporada, y sobretodo para presentar a los nuevos "villanos", concepto algo abstracto si nos paramos a analizar seriamente qué personajes son realmente buenos y cuáles son malvados en esencia. Yo diría que ninguno, simplemente son humanos luchando por su supervivencia y por sus propios intereses. Y de qué manera.
Hacia la batalla final
La sed de venganza de Spartacus se ha vuelto imparable y se ha convertido en una furiosa ambición que aspira a llegar muy lejos, hasta la mismísima Roma. Ya no solo está luchando por Sura. Todos los que se vieron involucrados en su muerte están fuera del tablero de juego, pero Spartacus no está satisfecho, él quiere mucho más, quiere liberar a todos los esclavos y hacer pagar a los romanos sus injusticias. Y de momento va por el buen camino. El inicio del episodio era precisamente una batalla en la que el propio Spartacus era uno de los guerreros que más cabezas hacía rodar, a veces literalmente. Ya no le vemos ni remotamente tranquilo o relajado, Mira murió en sus brazos y las pocas escenas en que le veíamos en un estado cercano a la felicidad quedaron muy atrás, con ella. Spartacus ya parece haber asumido que nunca volverá a amar a nadie, y está centrado en destruir a los romanos en sádicas y sangrientas batallas estratégicas que seguramente veremos con todo lujo de detalles.
En el corazón del campamento
El ejército de Spartacus ha crecido tanto que han tenido que construir un enorme campamento anclado entre las montañas, donde tuvimos tramas más agradables. Hemos visto a Gannicus haciendo de nuevo una orgía que no venía a cuento, e incluso hemos tenido momentos de descanso para las dos principales parejas (vivas) de la serie; Crixus y Naevia, que se ha convertido en una guerrera, nada que ver con la Naevia de la primera temporada (pero nada, nada) y mi pareja favorita, Agron y Nasir. Vivo con miedo a que en uno de los próximos capítulos se carguen a Nasir y monten un drama del copón. No deja de ser casi admirable la gran tolerancia que había en esta época, al menos comparada con nuestra historia reciente. Los gays podían besarse en público y las mujeres eran tan válidas para la guerra como los hombres. Estaban tan ocupados por luchar y sobrevivir que no tenían tiempo para imponer normas absurdas o limitaciones sociales. Eran básicamente bárbaros, pero bárbaros liberales. Bonito mensaje el que transmite Spartacus, hasta que empiezan a asesinar gente o mostrar desnudos. Oh, wait...
Si hay un tema que está de moda en Roma últimamente ese es Spartacus. Muchos lo maldicen, muchísimos más son los que lo temen, e incluso alguno que otro lo anhela sexualmente. Sin embargo, todos ellos tienen algo en común, y es que empiezan a tomarse en serio la leyenda que se está forjando en torno a él: Spartacus se idealiza hasta el punto de tomarse por un Dios. En Roma precisamente es donde hemos conocido al que será el principal rival de Spartacus, se trata de Crassus, un senador que será un verdadero peligro porque ha demostrado ser muy inteligente, y no piensa subestimarlo, error que han cometido casi todas sus víctimas. Por ahí también empezamos a olernos alguna trama más, como la de su esposa, que a priori se toma por un simple florero aunque seguramente será más inteligente de lo que pudiera parecer (como Lucretia e Ilithyia, se las echará mucho de menos) y la de su hijo, un zopenco que podría ser ¿gay?, porque algo intuí que había entre él y su "mejor amigo". Todo se verá.
Spartacus en el punto de mira de Roma
Si hay un tema que está de moda en Roma últimamente ese es Spartacus. Muchos lo maldicen, muchísimos más son los que lo temen, e incluso alguno que otro lo anhela sexualmente. Sin embargo, todos ellos tienen algo en común, y es que empiezan a tomarse en serio la leyenda que se está forjando en torno a él: Spartacus se idealiza hasta el punto de tomarse por un Dios. En Roma precisamente es donde hemos conocido al que será el principal rival de Spartacus, se trata de Crassus, un senador que será un verdadero peligro porque ha demostrado ser muy inteligente, y no piensa subestimarlo, error que han cometido casi todas sus víctimas. Por ahí también empezamos a olernos alguna trama más, como la de su esposa, que a priori se toma por un simple florero aunque seguramente será más inteligente de lo que pudiera parecer (como Lucretia e Ilithyia, se las echará mucho de menos) y la de su hijo, un zopenco que podría ser ¿gay?, porque algo intuí que había entre él y su "mejor amigo". Todo se verá.
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Este capítulo de Spartacus, sin llegar a ser épico, ha mantenido un gran nivel durante sus cincuenta minutos de duración, y no ha dejado lugar para el aburrimiento. Ha sentado de forma correcta las bases de lo que nos espera, y hemos podido disfrutar de muy buenas actuaciones, tanto los actores ya conocidos como los nuevos dan la talla en su mayoría. A mí me ha ganado totalmente, tras tantas temporadas Spartacus sigue manteniendo un nivel envidiable y estoy seguro de que los próximos capítulos tampoco decepcionarán.
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