Este es el típico capítulo que va a dividir a los espectadores porque es muy diferente a lo que habíamos visto hasta ahora en Girls. De hecho, las críticas que se han escrito hasta el momento están totalmente polarizadas. En mi caso, me sitúo a favor de este episodio. Todo empieza con Hannah, que está trabajando en el café de Ray, y que le explica que se ha inventado una palabra: "sexit". Y dice que se la ha inventado porque nunca se la ha escuchado decir a nadie, pero Ray tira del Urban Dictionary (¡cómo me gusta este diccionario!) y le lee la definición. Al cabo de nada, entra en el café un señor –interpretado por Patrick Wilson– que pregunta porque siempre se encuentra su cubo de basura lleno con basura de ellos. Ray discute con él hasta que consigue que se vaya, pero desde el principio, cuando te fijas en cómo les mira Hannah, intuyes que la culpable es ella.
Así pues, Hannah se va del café y se dirige a casa del vecino que se acaba de quejar para confesarle que es ella quien la culpable. Pero Hannah, al entrar en casa de Joshua, así se llama, queda fascinada. Es una casa grande, elegante, con detalles inacabados. Una vez le ha explicado que tira la basura del bar en su cubo porque perdió la llave del contenedor del bar y no quiere decírselo a Ray, se lanza a darle un beso. Y a ese beso le prosiguen más besos y sexo. Mucho sexo.
Hannah y Joshua, que no Josh, pasan un par de días juntos. Son dos personas solas que comparten dos días de su vida. Ella tiene 24 años y él, 42. Él es un médico recién separado, que vive solo en una casa enorme, donde todo es perfecto. Ella se queda fascinada por esa realidad. Hay un detalle que me gustaría destacar, y es que en pocas ocasiones la cámara les capta juntos, de manera que se remarca esa sensación de soledad.
El capítulo se desarrolla, básicamente, en un escenario: la casa de Josh. Ya sea en el salón, en el dormitorio, en el patio... La sensación, constantemente, es la de por muy bien que te vaya la vida –como es el caso de Joshua: médico, con una casa grande...– siempre existen aristas, aspectos inconclusos, soledades. Aquí resulta interesante ver como dos personas en situaciones vitales muy diferentes comparten esa soledad. Por eso destacaba antes el juego de cámara, que ayuda a incrementar esa sensación.
Hay una escena en concreto que resulta muy interesante. Están en el patio, desayunando, y Hannah se queda mirando a Joshua, quien está absorto en su lectura. Es esa mirada que no solo ve, sino que piensa, que medita. Es el anticipo a lo que nos llevara a otra escena que seguro que genera polémica. Están ambos en la cama, ella recostada sobre él después de haberse desmayado en el baño, y empieza a llorar. Llora porque se ha dado cuenta de que es como el resto de los mortales. Quiere, como el resto de todos nosotros, ser feliz. Ella, que se había marcado metas tales como experimentarlo todo para luego poder explicarlo, resulta que quiere ser feliz. Algunos han hablado de epifanía. Yo no llegaría a tanto. Creo que Hannah está madurando y empieza a valorar cosas que hasta ese momento ni había pensado. Está con un tipo bien aposentado, atractivo, en una casa preciosa y se deja llevar. Y es ese momento de absoluta sinceridad lo que acaba con el idilio. Joshua ya ha pasado por eso y Hannah se ha desnudado, no físicamente –de eso hemos ido sobrados durante todo el capítulo–, sino emocionalmente, a lo que él no le responde, porque no comparte con ella ninguna de sus preocupaciones o anhelos.
Me encanta cómo acaba el episodio. Hannah se despierta y está sola. Joshua ha vuelto a la realidad y está trabajando. Ella desayuna, se viste, da un último vistazo a la casa, coge la basura y la tira en su contenedor. Y se va caminando por la calle, mientras vemos cómo se va alejando. Todo lo que empieza, acaba.
Me encanta cómo acaba el episodio. Hannah se despierta y está sola. Joshua ha vuelto a la realidad y está trabajando. Ella desayuna, se viste, da un último vistazo a la casa, coge la basura y la tira en su contenedor. Y se va caminando por la calle, mientras vemos cómo se va alejando. Todo lo que empieza, acaba.
El capítulo no me convencía hasta que he leído tu review. Ahora lo entiendo mejor y me gusta mucho más ;)
ResponderEliminarGracias, Jaime! :)
ResponderEliminarEs increíble lo distintos que son los prismas con los que vemos la serie. Si en alguna review anterior hablabas de Marnie como alguien adulto cuando siempre he pensado que es una egoísta malcriada que necesita una amiga como Hannah para recordarse a sí misma que siempre puede ser mejor que alguien, en este capítulo no creo que Hannah haya madurado. Me explico.
ResponderEliminarHannah está tan acostumbrada a pensar que no puede conseguir lo que los otros (los guapos, los tontos, los demás en general) tienen, que lleva toda la vida engañándose a sí misma diciéndose que éso que no puede tener por su detestable físico y personalidad (un novio guapo, una casa bonita, una amiga de verdad) en realidad no lo quiere por ser alguien con ínfulas intelectuales que escapan a los demás. Dicho de otra forma, se pone un disfraz de diferente para justificar su estilo de vida un tanto lamentable, que Marnie, Elijah y Jessa critican siempre que pueden.
Sin embargo, cuando se da cuenta que su prima confía en ella en el momento más bonito y asqueroso de lo que llevamos de serie, cuando se da cuenta que no necesita una amiga como Marnie ni Elijah para ser alguien y cuando se da cuenta que alguien atractivo e interesante como Joshua puede fijarse en ella; es dolorosamente feliz. El dolor es mayúsculo porque sabe que su relación con Joshua no durará, y tendrá que volver al engaño que es su vida para aparentar una felicidad que sólo es accesible a los guapos y ricos, como Marnie (y también Joshua).
Por esto, cuando se da cuenta que el momento mágico está a punto de terminar, decide explicarle todo lo que siente a un genial Patrick Wilson, y aunque mientras lo dice sabe que la relación que han empezado no tiene ningún futuro, no dudará en echarle a él la culpa cuando termine.
Porque Hannah no ha madurado: no puede callarse el dolor y disfrutar silenciosamente de lo que les queda juntos, y prefiere tener una rabieta de las suyas y tirarle a él su basura (sus problemas, sus insatisfacciones, sus complejos y sus errores). Se quita de encima la dolorosa realidad porque ya tiene suficientes problemas con ser como es, aceptando que jamás será como Marnie, como la desaparecida esposa de Joshua.
Y así termina el capítulo, con Hannah igual que como ha empezado, sin cambiar. Tirando su basura (metafórica y literal) a los demás para poder vivir pensando que ya no lleva podredumbre encima: engañándose a sí misma y a cuantos pueda para ser hipócritamente feliz.
Y el capítulo termina. Un capítulo redondo, gigante. Hannah es alguien tan complejo como acomplejado y uno de los mejores personajes que ha parido la televisión. Espero no sonar hiperbólico, es el entusiasmo.
Hola, Roc.
ResponderEliminar¡Qué bien que tengamos ópticas diferentes! Tu comentario enriquece la review. Sigo pensando que Hannah no es una chica con falta de autoestima que tenga que disfrazarse. Creo que es una chica de 24 años con sus dudas, como el resto de sus amigas. Esa es la virtud -para mi- de esta serie: que nos presenta un grupo de amigas imperfectas. Llenas de aristas, de egoísmos, con cuerpos imperfectos. Vamos, como somos todos y todas. Lejos quedan aquellas mujeres "divinas" de Sex in the City.
Sin embargo, no coincido contigo al decir: "El dolor es mayúsculo porque sabe que su relación con Joshua no durará". Creo que su llanto es porque se da cuenta de que es como todo el mundo. Que el hecho de estar con Joshua haya facilitado que se dé cuenta, seguro. Pero dudo que Hannah en algún momento se planteara una relación duradera con Joshua.
Muchas gracias por tus aportaciones. Han sido muy interesantes y enriquecedoras.
Saludos.
Esta serie me gusta mucho, HBO siempre me sorprende con sus series y esta no es la excepción, pues es buenísima y muy entretenida, yo se las recomiendo.
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