Este penúltimo episodio de Girls ha sido muy incómodo. Hannah continúa estando muy ansiosa y con su Trastorno Obsesivo Compulsivo muy presente. Escribir el libro le está estresando demasiado. Asiste a una reunión con su editor, quien le dice que no se ha acabado de leer lo que le ha pasado, pero no porque no haya tenido tiempo, sino porque no le ha apetecido. No es eso lo que le pidió, le viene a decir. Quiere un texto con más sexo. Hannah regresa a su casa para escribir, y allí, sentada en el suelo, arrastrándose por el comedor para coger las cosas —ahora un bote de aceitunas, ahora un cojín—, se clava una astilla del suelo. Una vez en el baño, y cuando se la ha quitado, empieza a hurgarse el oído con un bastoncillo de tal modo que se le queda atrapado. Asustada, llama a sus padres. Estirada en el suelo llora porque le duele, porque está asustada. Porque está sola. Acude a Urgencias, donde el médico le saca el bastoncillo y le echa unas gotas. Vuelve a su casa y se encuentra con Adam, que está en una fiesta de compromiso de una amiga de Natalia.
Adam, por su lado, está a gusto con Natalia. Se dicen las cosas claramente, como en la escena de su primer encuentro sexual, que ella le indica que, a pesar de tomar la píldora, prefiere que eyacule fuera, y que no le toque demasiado que le hace cosquillas. Él siente que con ella puede ser tal y como es. Hasta que se encuentra con Hannah fuera de la fiesta. Al volver entrar, se pide un combinado (recordemos que es un ex alcohólico). Luego la lleva a su casa, donde Natalia ve al auténtico Adam. Es como su casa: oscuro, desordenado, sucio. Y él le pide que se ponga a cuatro patas y que gatee hasta su dormitorio, donde tienen un sexo muy desagradable y ella le hace saber que no le ha gustado. Me da la sensación de que le hace eso porque busca la ruptura. De hecho, él le preguntan si han cortado. Y yo me pregunto si no es eso lo que él quiere. Parece que Hannah y Adam tienen mucho más en común que lo ellos podían pensar.
Shoshanna, por su lado, intenta agasajar a Ray —a eso se le llama cargo de conciencia—, haciéndole el desayuno, cosa que llama la atención de Ray. Y es cierto que Shoshanna está actuando de manera más extraña a la que nos tiene habituados.
Por Marnie se enteran de que la empresa de Charlie da una fiesta para celebrar las 20.000 descargas de la app y allí se presentan los tres. Ya en la fiesta, la cámara hace un barrido por todo el lugar y vemos a la gente bebiendo, hablando e, incluso, una mujer llorando al teléfono. Es como si quisiera que viéramos que en la fiesta hay de todo, como en la realidad.
Shoshanna evita estar con Ray, se escapa, le rehuye o, como ella dice, socializa. Ya al llegar a la fiesta, Ray crítica lo que ve, y Shoshanna habla con Charlie quien le dice que Ray es así. Vamos, que no va a cambiar. Y Shoshanna duda de esta relación, y el ejemplo lo vimos la semana pasada cuando se lió con el portero.
Marnie ha preparado una sorpresa a Charlie y le canta una versión de Stronger de Kanye West. Su voz es bonita, pero adaptar una canción rapera no suele dar buen resultado... De hecho, Lena Dunham ha comentado que fue una escena incómoda de grabar para todos. Y es que es eso lo que he sentido a lo largo de todo el episodio: una especie de vergüenza, de incomodidad. Una vez acabada la canción, Charlie coge a Marnie y se la lleva a su despacho, donde le pregunta qué le pasa, y luego tienen sexo.
Marnie está perdida, buscando su camino, pero también lo están las otras. Todas ellas están navegando sin rumbo.
Por cierto, la canción con la que se cierra este capítulo es Life in Vain, de Daniel Johnston. Es la versión que cantó en el Festival Austin City Limits (en el concierto de Glen Hansard). Os recomiendo que la escuchéis, con el coro de niños. Preciosa.
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