La serie médica más veterana de la televisión actual ha vuelto tras unas semanas de descanso. Y ha vuelto por todo lo alto, con un gran episodio dramático. Siempre se agradece que un episodio sea dramático, hasta el punto que llegue a emocionar. Lo mejor del episodio, la decisión que toma la junta directiva.
Caos
Si recordamos el episodio anterior, vimos cómo el hospital se salvaba de estar en las manos de Pegasus. La fundación Harper Avery puso el dinero que faltaba para que los médicos pudiesen hacerse cargo del hospital. Lo que pasa es que a nadie le va a hacer mucha gracia la condición: Jackson formará parte de la junta directiva. El primer día va a ser un completo caos. La fundación Harper Avery –Jackson tiene más poder por haber invertido la fundación la mayoría de dinero– cree que deberían de quitarle el puesto a Owen de jefe de cirugía, y cuando el afectado se entera se crea el desencadenante del caos. Owen sigue castigándose por el accidente, y no ayuda que Derek no le haya perdonado del todo, y es lo que decide tomar el siguiente paso: renunciar.
A partir de este momento, todo empieza a ir de mal en peor. Los cirujanos se pelean los unos con los otros para usar los pocos quirófanos que quedan tras la marcha de tanto personal. El tablón que organizaba Owen demuestra ser muy complicado de organizar. Los empleados terminan haciendo lo que les da la gana porque a Jackson el puesto le viene grande. No sabe llevar un puesto como el suyo, no consigue llevar varias cosas a la vez, pero tras escuchar unas palabras a escondidas de Richard –echándole la culpa a la madre por la decisión que destruirá su carrera– consigue tomar las riendas. El Seattle Grace ahora es un hospital diferente, y Jackson así lo va a decidir: la junta tomará sus decisiones y la fundación las tendrá que aceptar, urgencias volverá a abrirse, Owen volverá a su puesto, y –un gran detalle– cambiarán el nombre del hospital a Grey Sloan Memorial Hospital.
Trasplantes
En la parte médica también abunda el drama, y es que el tema de la semana son los trasplantes. El paciente principal resulta ser un antiguo residente de donde April hizo las prácticas. El joven sufre de esclerosis en su etapa terminal, y quiere darle valor a su muerte donando sus órganos. April no verá bien esta decisión porque prefiere morir antes de seguir luchando, pero saber que esperar puede destrozar los órganos hace que termine aceptándolo. También hay otro paciente que por tener hipertensión pulmonar, necesita un trasplante tanto de pulmones como de corazón, y su propio corazón irá a un vecino suyo que le odia. Este tipo de cirugía se llama “trasplante en dominó”. Y por último, Alex –que los celos por Wilson y su rencor hacia la nueva junta directiva le tienen irritable– se encargará de trasplantar un riñón a una joven que no está nada preparada para la operación.
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