Parece que fue ayer cuando comenzó la tercera temporada de Spartacus, pero lo cierto es que el capítulo que nos ocupa, titulado 'The Death and The Dying', se trata del penúltimo que veremos de la serie. Últimamente llevamos una tanda estupenda de episodios, donde las batallas y las muertes de grandes personajes se han ido sucediendo sin parar unas tras otras, y este capítulo no ha sido una excepción. Ha servido como homenaje a los compañeros que han caído a lo largo de toda la serie, y además ha allanado el camino para conducirnos a la batalla final que tanto tiempo llevamos esperando y que con toda seguridad veremos en el siguiente episodio. ¿Quiénes serán los ganadores y quiénes los derrotados?
Afrontando la muerte de Crixus
El capítulo anterior nos dejaba con el corazón en un puño cuando los romanos apresaban a Crixus y acababan finalmente con su vida, decapitándolo frente a los ojos de Naevia. Ella fue la gran incógnita que quedó flotando en el aire. ¿Qué pasaría con ella, qué destino le tendrían reservado los romanos? Al final ha resultado que consideraron que sería útil siendo la mensajera. La subieron a un caballo y la dejaron marchar para que les llevase a los rebeldes un macabro envío: La cabeza de Crixus. Esto ha supuesto un duro golpe para Spartacus y los suyos, que además de perder a miles de hombres en aquella desastrosa batalla frente a las puertas de Roma, se están viendo apresados entre dos ejércitos, tanto el de Crassus como el de Pompeyo, que regresa victorioso de Hispania. He aquí cuando idearon una de las estrategias más brillantes que ha visto la serie en mucho tiempo; enviaron a dos hombres vestidos con armaduras de Pompeyo que robaron a algunos de sus hombres y se presentaron ante el mismísimo Crassus. Genial jugada, se rieron literalmente en su cara. Los dos hombres infiltrados le pidieron a Crassus que acudiese a un encuentro con Pompeyo para que trabajasen juntos y forjasen una alianza.
El Emperador, alentado por un César más listo que el hambre (que ya se olía lo que sucedía) envió a su propio hijo, Tiberius, para que discutiera los términos de la alianza con Pompeyo. Imaginaros lo grande que fue la sorpresa de Tiberius al descubrir que "Pompeyo" era en realidad Spartacus. Por un instante pensamos que lograría escapar, pero Spartacus pudo agarrarlo y hacerle caer de su caballo. Creo que todos disfrutamos esa escena. Tiberius se había vuelto insufrible y se merecía que su buena fortuna terminase. Y, desde luego, ha terminado para siempre. Los rebeldes tuvieron la idea de divertirse con los romanos apresados haciéndoles luchar en la arena al más puro estilo "primera temporada". El karma les jugó una mala pasada a los romanos, que se vieron convertidos en gladiadores de pacotilla de la noche a la mañana. Sobra decir que todos ellos mordieron el polvo. Finalmente llegamos a la pelea final, la más interesante, la que enfrentaba a Naevia y a Tiberius. Naevia vio que se presentaba ante ella una oportunidad de oro, que era ni más ni menos que la posibilidad de asesinar al hombre que acabó (a traición) con la vida de su Crixus. Tras una ardiente batalla fue ella quien venció. Se disponía a asesinarle cuando el chiquillo volvió a salvarse de nuevo en el último momento. No podían asesinarle. A Spartacus le habían ofrecido un trato muy jugoso y le necesitaban vivo.
Intercambio entre los dos bandos
César estaba más contento que unas pascuas. Se había librado muy astutamente de su enemigo, Tiberius, el cual le hacía la vida imposible hasta el punto de que incluso asesinaba a las prostitutas con quienes se acostaba. Por desgracia para él, Crassus vino a bajarle de su nube multicolor cuando le ordenó que fuera al campamento rebelde a intentar traer de vuelta a su hijo. El trato era simple: La vida de Tiberius a cambio de las de 500 de los rebeldes apresados por los romanos.
César no tuvo más remedio que obedecer sin rechistar y viajar a un lugar donde no sería bien recibido. Gannicus se desfogó con él dándole unos buenos puñetazos, pero Spartacus, muy inteligentemente, decidió escuchar lo que tenía que decir. Finalmente aceptó el trato, era una ocasión demasiado buena como para desperdiciarla. De esa forma presenciamos el regreso de 500 compañeros heridos, entre los que se encontraba Agron. "Los Dioses te devuelven a mis brazos" le dijo Nasir, asombrado. Ni remotamente había soñado con la posibilidad de volver a verle. Todo marchaba bien hasta que la esclava fugada de Crassus, ávida de venganza, decidió asesinar ella misma a Tiberius. Creo que nos alegró a todos que finalmente el niño repelente cayese, y más cuando parecía que se iba a salvar después de todo. De esa forma finalmente el intercambio se produjo entre 500 esclavos por, atentos, la vida de una única mujer esclava. Irónico. Sin embargo, Crassus estuvo encantado de volver a tenerla de nuevo entre sus brazos, así que final feliz para casi todos.
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El penúltimo episodio de la serie ha sido muy emotivo. Ha estado lleno de reflexiones, tristeza, amor y tributos a los hermanos muertos, desde Varro hasta Sura. Hay muchas parejas que sorprendentemente han logrado sobrevivir hasta estas alturas, como Gannicus y Sybil, Agron y Nasir y la peculiar pareja que forman Spartacus y Laeta. Sin embargo, no les auguro un final feliz a todos. Crassus está más sediento de venganza que nunca y buscará hundir a Spartacus a toda costa, que seguramente se verá atrapado entre dos fuegos. ¿Logrará salir vivo de esta? ¿Veremos a todos los rebeldes caer, o algunos podrán salvarse de alguna forma? Tendremos que esperar para averiguarlo hasta el siguiente capítulo, que será, atentos, el capítulo final de la serie, que se dice pronto. Ya podéis disfrutar de su promo.
Un episodio excelente. Me muerdo las uñas de esperar al último. Una pena que termine una serie tan buena!!
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