Ya tocaba volver a hablar de Mad Men. Lamentablemente, la semana pasada no pude acercaros mi comentario sobre el cuarto episodio y, francamente, y a pesar de que los acontecimientos que están ocurriendo en la serie merecen hacer alguna que otra mención, esta semana también he dudado sobre si esta sexta temporada quería ofrecernos algo que me llevara a decir algo sobre el transcurso de la serie.
No obstante, me ha parecido interesante el paralelismo (o antiparalelismo) que ofrece The Flood con el episodio de la tercera temporada, The Grown-Ups, que se ambienta en el asesinato de JFK. En este caso, el asesinato de Martin Luther King es el contexto en el que se basa el episodio, y también el golpe de acción sobre el que se cimientan las posturas de estos personajes. En ese sentido, las similitudes se notan en esa necesidad de los personajes de encontrar algo a lo que aferrarse ante una situación tan triste, pero también se observan claras diferencias que quedan reflejadas principalmente en una nueva posición que quisiera pensar está más relacionada que nunca con esa actitud tan oscura que acarrean algunos de los personajes desde hace cierto tiempo. Superficialidad, búsqueda de oportunidades y materialismo son los temas que rodean a la tragedia. ¿Tiene algo que ver con que el fallecido fuera negro y no un presidente blanco de los Estados Unidos?
Por ejemplo, el amigo del LSD de Roger, Randall Walsh (William Mapother) ve una oportunidad bastante clara en esta tragedia y le ofrece a la agencia una idea para una campaña bastante vomitiva que es lógicamente rechazada pero también observada en perspectiva. O la señora de la inmobiliaria de Peggy, que hace una oferta mucho más barata a los propietarios de un piso que quiere comprar la publicista aprovechando la situación, algo que al final se le irá de las manos y que a la larga parece que será incluso bueno para Peggy porque Abe no quería vivir en esa parte de la ciudad.
Una tragedia como ésta puede incluso ser utilizada para que una víbora como Pete vuelva a contactar con la estupenda y distante Trudy, que rechaza que vuelva a casa con su familia. Y, quién sabe por qué, también para demostrar que tiene corazón (lo ha demostrado tantas veces que aburre) enfrentándose con Harry cuando éste le cuenta que el asesinato no ayudará a los negocios de la agencia de publicidad. Algo falla si Pete Campbell puede permitirse juzgar tus elecciones, claramente.
Y, por otro lado, tenemos a Don, un personaje al que nunca hemos conocido del todo pero que esta temporada está, sin duda, atrayendo nuestros peores sentimientos. ¿Acaso le produce algo el asesinato de Martin Luther King? ¿cuándo comenzará a enfrentarse a sus temores, a su propia vida? Queda claro que, aunque nunca volverá a ser el que era, sí que está cometiendo los mismos errores una y otra vez, algo evidente no solo por sus affaires, sino por la hipocresía que oculta detrás (en el episodio anterior su actitud frente a Megan fue realmente despreciable, algo que incluso recuerda a cómo actuó con Betty cuando quiso darle una segunda oportunidad a lo de ser modelo). Don quiere reconstruir su vida pero no es capaz de aceptar que los que le rodean vayan por otro camino.
Quizás lo más llamativo es que en este episodio Don y su hijo Bobby (sí, puede hablar) han ido de la mano. Quiero pensar que la visión inocente (aunque apática, como la de su padre) del niño ayuda a compensar la oscuridad de su padre y juntos han sido capaces de dar un paso más hacia la claridad. Y es en esos momentos en los que Mad Men parece que no dice nada pero lo dice todo, como esa escena en el cine viendo El Planeta de los Simios cuando somos testigos del reencuentro de Don con su propio hijo, del que prácticamente se había olvidado, y al que incluso es capaz más tarde de consolar cuando éste teme que su padrastro (un don nadie político) sea asesinado como el famoso defensor de los derechos humanos, a pesar de que Don se da cuenta de que el niño quiere más a Henry que a él.
En resumidas cuentas, un episodio bastante correcto pero que de nuevo no quiere forzar ninguna de las tramas. ¿Veremos qué pasa con Gingsberg o esta cita no significará nada? ¿y qué pasará con Betty ahora que Henry quiere ser senador, logrará ser la escultural mujer que era tiempo atrás?
Me ha gustado mucho este capítulo con todo lo de los negros y esa actitud de "mejor no me arriesgo a decir nada y doy la imagen de buena persona". Sí que me recordó a lo de Kennedy, pero muy diferente a la vez.
ResponderEliminarLa charla esta del querer y no querer de Don, ¿realmente por quién era? Porque da a entender que tiene que ver con sus hijos con respecto a lo que le pasó a él con su padre, pero a mi me huele a que se está colando por Sylvia también