Back in the Game, el regreso a casa

El estreno de Back in the Game no ha despertado gran interés, puede que porque su argumento no incluye nada novedoso y se trata de una amable e inofensiva comedia familiar. Sin embargo, a veces necesitamos una pequeña dosis de todos los ingredientes que conforman dicha serie.

¿De qué va? La serie se inicia con Terry (Maggie Lawson), que acaba de regresar con su hijo a casa de su malhumorado padre, The Cannon (James Caan), después de un terrible divorcio en el que se ha quedado sin nada. El hijo de Terry, Danny (Griffin Gluck), intentará por todos los medios entrar en el equipo de béisbol de la escuela, sin éxito. Indignada por el rechazo de su hijo y de otros alumnos, Terry, que solía jugar como profesional, se ofrecerá a ser la entrenadora del equipo de los que no han sido admitidos, obteniendo como resultado a un curioso y algo estrambótico grupo de niños. Mientras tanto, descubrimos que The Cannon tiene un lado mucho más amable de lo que habíamos visto (cabía esperar) y en realidad se preocupa mucho por su hija.

Aunque en este caso es comedia y el desarrollo no se parece en nada, la premisa me ha recordado un poco a la última película de Clint Eastwood, Golpe de Efecto (Trouble with the Curve): relación difícil entre padre e hija que comparten pasión por el baseball.

Debo decir, que el niño me ha sorprendido gratamente. Después de verle en un papel tan dramático en Private Practice, aquí me ha gustado, tanto el personaje (ese beso me ha parecido un buen punto) como él. A Maggie Lawson no la conozco demasiado pero también hace un buen papel y en seguida la veremos congeniar con el otro entrenador, Dick (Ben Koldyke).

El principal punto cómico lo pone, por el contrario, James Caan, como padre de Terry y abuelo de Danny. Es un hombre rudo y malhumorado que no parece a priori muy feliz de tener a su familia viviendo con él (apenas recuerda el nombre de su nieto y lo utiliza para traerle cervezas). Aunque este tipo de personaje no resulta para nada original, reconozco que siempre le he tenido cariño a Caan y me ganó desde el primer minuto.

El resultado es una serie sencilla, de sonrisas en lugar de carcajadas, agradable de ver pero no imprescindible. Yo le daré otra oportunidad, esperemos que me sorprenda para bien.