Desde que Bae/Neal apareció de nuevo en la vida de Rumpel estábamos esperando algo así. Con esa actitud de pasotismo hacia su padre, no se había aprovechado anda la situación, pero ahora que la soledad y el miedo invaden al Oscuro, el ver a su hijo y recordar su pasado nos abre un poco más los ojos en cuanto a la relación padre-hijo y, sobre todo, nos muestra más sobre la naturaleza y vida de este maravilloso malvado que es Peter Pan.
Juntando cuentos una vez más, desenmascaramos la identidad del Flautista de Hamelín, a quien reconocemos nada más ver esa flauta de pan. Tras el secuestro de los niños con esa melodía que sólo aquellos que se sienten abandonados, tristes o desdichados pueden oír —que ahora Henry escucha—, descubrimos que ya cuando era niño los caminos de Ruplestiltskin y Peter se cruzaron y ya entonces no acabaron bien. Espero descubramos más de este asunto.
En el presente, con la llegada de Neal a Nunca Jamás y el reencuentro con su padre llega el primer intento de rescate, que aunque lo consigan, es durante poco tiempo, ya que sale a relucir la verdad sobre la profecía, acabando con todo rastro de confianza hacia Rumpel, y con ello, la fortaleza de su alianza.
Mientras, el resto de la partida de rescate trata de hallar un plan de huída explorando el que fue el hogar de Baelfire en su estancia en Nunca Jamás, descubriendo un mapa muy ingenioso que sólo él puede descifrar. Suerte que no anda lejos...
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