La semana pasada, Supernatural volvió a nuestras pantallas con una gran subida de audiencia, marcando su mejor dato desde hace unos años. Este segundo episodio ha estado a la altura dándonos 40 minutos de pura diversión. Eso quiere decir, que la serie se aleja de la desastrosa 7ª temporada y sus leviatanes que tanto aburrimiento produjeron. Tengo que reconocer que esta trama de la pelea por el reino del infierno me gusta, y estoy seguro de que nos dará grandes momentos. Vosotros, ¿qué pensáis?
Golpe de Estado Infernal
Si pensábamos que en el infierno todo estaría calmado, no podíamos estar más equivocados. Resulta que un demonio consigue algo que desconocíamos que podría suceder: devolver la vida a un demonio muerto. Y no es ningún demonio cualquiera, es Abaddon: la guerrera del infierno que les trajo algún que otro quebradero de cabeza a nuestros protagonistas la temporada anterior. El nuevo objetivo de Abaddon es muy simple: hacerse con el poder del infierno, y para ello tiene que provocar una rebelión. Los demonios no se atreven a ponerse de su lado; primero porque no saben si Crowley está muerto y le temen, y segundo porque no se fían del todo de ella. Por lo tanto si quiere llevar a cabo el golpe de Estado, tiene que demostrar a los demonios, que el todavía rey del infierno ha muerto. La pregunta es ¿Crowley ha muerto?
Acción Divina
Evidentemente, Abaddon tendrá que encontrar a Crowley, y sabe que los últimos que le vieron –y torturaron– fueron los hermanos Winchester, así que el primer paso de su plan será enfrentarse a ellos para descubrir su paradero. Para ello, secuestrará a dos cazadores, uno de ellos un viejo conocido de los Winchester. Abaddon les esperará con su nuevo y pequeño ejército –unos soldados recién poseídos– para llevar a cabo su plan. Dean y Sam consiguen liberar a los cazadores, pero uno de ellos –el conocido– morirá cuando uno de los soldados le dispara. Llega la hora del enfrentamiento, Dean ha mandado a la joven cazadora al coche mientras él se enfrenta a Abaddon, y Sam a los soldados. Y la verdad es que Abaddon y los soldados dan una paliza a los hermanos Winchester, pero todo acabará gracias a la acción divina de Ezekiel. Aprovechando que Sam queda inconsciente, Ezekiel toma el poder del cuerpo y usa sus poderes para acabar con la vida de los nuevos demonios. Ante la sorpresa, Abaddon decide huir, aunque todos sabemos que no se irá lejos. Sam desconoce que dentro suyo habita Ezekiel, y si se entera y rechaza al ángel, Sam morirá, por lo que Dean y Ezekiel cubrirán los hechos divinos para garantizar su supervivencia.
Hagamos un Trato
Y ante la pregunta antes creada: sí, Crowley está vivo y Dean lo ha tenido prisionero en el maletero del Impala. Por supuesto, Dean tiene un plan, y es sacarle nombres de todos y cada uno de los demonios que hay merodeando por la Tierra. Su intención es acabar con todos y deshacerse de una vez del infierno. Y como no le va a tener de por vida en el maletero, Sam y Dean le trasladan al sótano de la guarida de los hombres de letras. Lejos de torturarle físicamente, lo que harán será encerrarle en una habitación a oscuras, es decir, tortura psicológica. Mientras los hermanos Winchester se ocupan de Abaddon, Kevin se quedará en la guarida buscando información para acabar con Abaddon, pero Crowley hará de las suyas. Atraerá la atención del profeta para desestabilizarle. El rey del infierno le comenta que al contrario de lo que Kevin piensa, su madre sigue viva. Tocado el punto débil del chico, Crowley no se detiene, le ofrece un trato: su libertad por su madre. Además le hace saber que Dean y Sam en realidad no le aprecian y sólo le quieren usar. ¿Se pasará Kevin al lado oscuro? No, no liberará a Crowley, pero sí querrá irse del lugar, pero Dean le comenta que todo lo que Crowley le asegura, es mentira. Y por último, Dean le hará ver que la única familia que le queda son ellos dos, provocando que Kevin cambie de opinión y se quede.
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