Los datos en audiencia esta semana han dado pequeño respiro y desde su inicio es la primera vez que la serie no ha perdido espectadores respecto al episodio anterior. Es muy posible que el anunciado pseudo-crossover entre Agents of SHIELD y la última película de Marvel, Thor: The Dark World, haya tenido algo que ver. Lejos de ver una unión clara entre ambas ficciones todo ha resultado ser una broma pesada. Nada en este octavo episodio es relevante para la trama cinematográfica.
El episodio arranca entre las ruinas de la Universidad de Greenwich, el paso de los elfos oscuros deja tras de si un gran número de restos alienígenas. SHIELD se encarga de aislar estos restos y de esta forma evitar otra infección desconocida. Casualmente en un bosque de Noruega, una pareja de fanáticos/egocentricos/rebeldes de la vida encuentra al primer tiro de piedra un antiguo arma asgardiano. Se trata de un arma Bersek que libera una ira incontrolable y fuerza sobrehumana a quien la empuña. Los falsos dioses no tardan en crear disturbios que atraen a nuevos seguidores a sus desconocidos planes. Para entender el funcionamiento del arma, nuestros amigos de SHIELD se desplazan hasta Sevilla.
Una vez contactan con el Profesor Elliot Randolph (Peter MacNicol, Ally McBeal), este descubre los secretos del arma y la existencia de otras dos piezas para completarla. Una de estas piezas se encuentra en la misma ciudad y tras un extraño encuentro Ward termina infectado de la ira asgardiana. El carácter del agente se vuelve más violento que de normal llegando a asustar al resto de sus compañeros. Randolph resulta ser un ciudadano de Asgard afianzado en la Tierra y tras una sesión en la ya conocida sala de interrogatorios, revela la localización de la última pieza del arma.
Una iglesia donde Randolph recibió ayuda a su llegada esconde el tercer trozo y en plena capilla comienza una batalla sobrehumana. El grupo de rebeldes ataca a Ward que en su nuevo estado adrenalínico les planta cara. La ira es un gatillo para recuerdos reprimidos en la infancia de Grant. Inexplicables flashes que entorpecen la dinámica de la batalla. Melinda May toma el relevo y termina por noquear a todos los atacantes restantes. Ward y May comparten ahora la resaca heroica y ambos se despiden entrando en la misma habitación de hotel. Primera escena que ha conseguido sorprenderme hasta la fecha.
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Lo que quizás haya pasado como una simple frase para la mayoría de los espectadores ha sido una de las revelaciones más esclarecedoras en el caso Coulson. La última escena esconde un guiño a los fans de Dollhouse y muestra una respuesta bastante clara de qué pudo ser Tahiti. "-Did I fall asleep? -For a little while"
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