Sin ser la mejor comedia de este otoño, hay que reconocerle
a Brooklyn Nine-Nine que consigue crear buen rollo en sus espectadores y sacar
decenas de sonrisas en cada capítulo. Eso sí, reconozco que es una serie hecha
a medida de los fans incondicionales de Andy Samberg y de sus inmortales
sketches en Saturday Night Live. Yo me declaro una de ellas. Aunque todavía
sigo viendo el programa estrella de la NBC, del que han salido los mejores
cómicos del país, se echa de menos a algunos de los grandes que
han pasado recientemente por el show, entre ellos Samberg.
Aun así, la comicidad de Brooklyn Nine-Nine reside en
explotar con ganas algunos de los estereotipos que han acompañado durante
décadas a los policías del cine y la televisión. Los hay duros (y duras), los
que se inflan a donuts, vagos, musculitos, atormentados... Eso sí, en la serie,
cada uno de los casos que mantienen entretenidos durante veinte minutos a esta
panda de policías de Nueva York, es tan sólo una excusa para miles de escenas
disparatadas, absurdas y surrealistas. Aquí lo importante es la complicidad de
los personajes, las tonterías que les hacen más llevadero el trabajo cada día,
no los casos, que normalmente no tienen nada de miga. La gracia está en las
competiciones o apuestas que se inventan, sus conductas infantiloides, las
metas absurdas que se ponen con cada caso, o las relaciones que se fraguan
entre varios pares de personajes.
Uno de los más cómicos es la detective Rosa Diaz
(interpretado por Stephanie Beatriz), una poli de lo más dura, enigmática, que
nunca ríe y que tiene intimidada a toda la comisaría. Destaca en el episodio en
el que tiene que comparecer en un juicio con jurado y dos de sus compañeros
intentan suavizar su figura para que no amedrente a todos los presentes y resulte
totalmente encantadora, si eso puede ser posible. Además, la detective es el
objeto de deseo de otro de los secundarios, el buenazo de Boyle (Joe Lo
Truglio), quien se vanagloria de conocer los mejores restaurantes de todo
Brooklyn.
La química entre el inmaduro protagonista, Jake Peralta
(Andy Samberg) y su jefe, el imperturbable capitán Holt (encarnado por Andre
Braugher, visto en películas como La Niebla o City of Angels), es también uno
de los grandes fuertes de la serie. Peralta, siempre reprendido por su jefe, como
si del profe y el alumno travieso se tratara, desencadena muchas situaciones
hilarantes, especialmente al principio de la temporada. Y es que este capitán
más serio que un zapato, a priori no es el jefe/colega enrrollado que hubiera
deseado el personaje de Samberg, que no sólo presume de humor, sino de ser el
que más casos resuelve de la plantilla.
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