¿Pero qué? Es lo único que he podido pensar al ver estos capítulos. Faltos de ideas y aprovechando cualquier oportunidad para meter relleno antes del gran parón, llevamos dos semanas horrorosas en la historia de Glee. Pero malas malas malas. El primero de los capítulos que os vengo yo aquí a contar gira alrededor de un escape de gas, que, si bien nos ha dejado grandes momentos, lo que más ha traído son marionetas de felpa, que un rato son graciosas, incluso estaría curioso que por alguna razón Blaine (protagonista absoluto) los viera así sin más, pero la obsesión fuera de los efectos del gas ha sido demasiado. El segundo episodio dicen es un especial de navidad del pasado año que era tan horroroso que decidieron no emitirlo. Si bien la ausencia de Brittany (y el fallecido Finn) nos da a entender que esto es falso, entiendo que fuera cierto, porque vaya bazofia de capítulo. Nunca he visto un episodio en el que se vea más claro que incluso en los peores momentos de la serie, lo único que tira del carro es Nueva York.
En Puppet Master Blaine se rinde al poder de las marionetas teleñequizadas para ejercer de líder y que le apoyen en sus decisiones totalitarias, las cuales por supuesto cree son lo mejor. ¡Pobre incomprendido! El escape de gas del final de la clase le da, primero, la idea de fabricarse amigos (es duro pero es justo lo que le pasa) a Blaine; después, provoca que Jake nos deje una de las actuaciones más completas y disfrutables de la serie con su mashup de Janet Jackson (drama de estoy/no estoy embarazada de la animadora putón seguido de un "Jake tienes que cambiar") y; por último, que Sue fantasee con una actuación clásica monocroma con Will (para aprender a ser más femenina) al menos que rompe con lo que solemos ver. En la gran manzana, mientras tanto, Pamela Lansbury consigue su primera actuación, que obviamente es un desastre, para después conseguir un buen contacto, que obviamente les ha descubierto por la actuación. ¡Ah! Y Blaine les manda muñecos de sí mismos a todos porque tiene tiempo infinito para hacerlos. Y cantan el What Does The Fox Say? como reclamo comercial. ¿Si no qué pegaba ahí?
Mientras, el último episodio —el cual voy a obviar casi por completo, avisados quedáis— nos enseña los trabajos temporales de la panda neoyorkina como elfos de Papá Noel con el consiguiente desprecio de toda la ciudad cuando el gordo de rojo resulta ser un borracho. Al rescate llega sexy Santa, que se marca una fiesta con ellos en su piso (nadie sospecha nada, esto es completamente normal, tranquilos) y tras jugar a Alvin y las Ardillas con el helio (que por lo menos ha sido divertido) acaban desvalijados. Pero tranquilos, que de ahí pasan a cantar en escaparates vestidos de gala. En Ohio hacen un belén viviente y un concurso de árboles de navidad... y tal, ya sabéis.
Y con esto y un bizcocho (navideño siempre), hasta febrero. Pedid esta nochevieja una merecida mudanza a Nueva York, que aún nos queda temporada y media y exijo que lo que bien empieza bien acabe, hagamos caso al refranero popular.
solo dos semanas horrorosas??!!! ya no hay historia que contar en Ohio, y no los demuestra el que lo unico aceptable paso en NY.
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