No sé si es porque hacía mucho que no veía Glee, porque llevo toda la semana mala y deliro, porque el traslado definitivo se acerca o porque con la tontería de las peleas se han dicho todas las verdades que llevamos eónes pensando —lo más probable es que sea esto, para qué mentir—, pero el retorno del musical de FOX ha sido bastante más que aceptable. Explotando esta relación más que evidente entre muchos de los personajes que han querido enmascarar con azúcar infinito de un tiempo a esta parte hemos disfrutado de un capítulo a la altura de Sálvame Deluxe, con momentos que cualquier maruja que se precie disfrutaría mientras cuchichea y mete bulla.
La suplente
Empezando por Nueva York, donde explota de una vez por todas y por todo lo alto la relación entre Rachel y Santana, volviendo ambas a sus orígenes ahora que Rachel por fin ha conseguido la fama que tanto ansiaba y Santana ha quedado recluida a ser una simple camarera en busca de los focos. Por las personalidades de ambas, cualquier oportunidad es buena para tratar de destacar y restregárselo a la otra bajo pretextos de amistad, y la actuación 'para nada maliciosa' de Santana en la audición de suplente de Rachel en Funny Girl es la gota que consigue colmar el vaso que tanto tiempo llevaba a punto de rebosar. Después de varias escenas que me habría gustado ver palomitas en mano —tortazo telenovelesco incluído—, todo concluye con Rachel abandonando ese apartamento que tanto le costó conseguir. Me preocuparía por dónde irá a vivir ahora la pobre, pero viendo lo que tardó en instalarse sin conocer ni ser nadie, ni se me ocurre pensar que nada malo podría pasarle.El discurso
Artie no ha sido nunca santo de mi devoción, pero tanta verdad seguida dicha a Tina ha conseguido que esta semana le ponga en un pedestal —hasta que se han reconciliado, ahí ha vuelto a bajar—. Ambos están empatados en el primer puesto de expediente escolar para dar el discurso de graduación, lo que les llevará a una competición en la que más que pelear (si no contamos el empujón de Tina que provoca la caída de Artie) se escupen verdades. Como ese instituto es maravilloso y todo se arregla sin más, acaban por cederse el puesto entre sí, consiguiendo que sea Blaine el elegido, alguien que se gana las cosas con el sudor de su frente y al que nunca le regalan nada —perlas por doquier en este capítulo, verdaderas joyas—. Pero no os preocupéis, que al final cantan los tres, típico, vamos.
El líder
Nueva York tiene otra subtrama que aunque da más minutos en pantalla a Adam Lambert, poco importa teniendo el bitcherío que nos han dejado las chicas. Elliot-Starchild parece considerarse el líder de la banda de Kurt y él no puede permitirlo, así que se acerca al enemigo pretendiendo ser su amigo pero acaba siéndolo sin más. Buen rollito. Y selfies, que están de moda.
COMENTARIOS