El episodio de esta semana de Grey’s Anatomy ha sido muy bueno, incluso el final por mucho que a la gente no le haya gustado. El caso es que nos han mostrado buenas dosis de drama, sorpresas y por supuesto –y por desgracia– van preparando el terreno para la despedida de Cristina. Por otro lado, aunque os sorprenda, considero que la trama entre Jackson y April está más interesante que nunca y me gusta el rumbo que ha tomado la trama. En cuanto a los pacientes, el caso de la familia es un dramón típico de la serie que sólo hace poner más interesantes los últimos episodios. Vosotros ¿qué pensáis del episodio?
Desesperación
¿Recordáis a esa familia que tiene la mala suerte de que sus 3 hijos tengan la misma enfermedad mortal? Bueno, el menor sigue hospitalizado a la espera de un nuevo corazón, mientras que la mayor consiguió un trasplante y la mediana consigue salir adelante gracias a un marcapasos. La situación no es nada fácil para ninguno de ellos, pero los padres son los que peor lo llevan, llegando a enfrentarse. Lo peor de todo es que la cosa está por empeorar; la hija mayor empieza a rechazar su nuevo corazón y a la mediana le deja de servir el marcapasos. Por lo tanto, los padres han pasado de tener a un hijo en la lista de trasplantes a tener a sus tres hijos. Tres menores condenados a muerte si no reciben un corazón, evidentemente si es complicado recibir uno, la posibilidad de recibir tres es prácticamente nula. ¿Qué sucederá? ¿sobrevivirá alguno?
Crisis en el Paraíso
Todos pueden pensar que April y Jackson son la pareja perfecta teniendo en cuenta las numerosas diferencias que existen entre ambos. Pues bien, todo es una ilusión y es que vamos a ser testigos de lo cómo puede convertirse una simple diferencia en motivo de separación –seguramente temporal–. Todo comienza cuando una pareja lleva a su hija a urgencias por una mordedura de perro; madre e hija sordomudas. Jackson les comenta que con la edad de la niña, hay un procedimiento de un implante que curaría su sordera, pero la madre se niega a que su hija cambie porque no lo considera una enfermedad. Por supuesto, Jackson no entiende que una madre no quiera mejorar la vida de su hija, y es el motivo de una nueva discusión con April. Él considera que si su hijo fuese sordo, le haría el procedimiento lo antes posible, en cambio April no lo haría porque considera que es importante que su descendencia piense que es una bendición tal y como nazcan. Claro está, todo viene por un problema más profundo: la creencia religiosa de April. Jackson piensa que es una tontería creer en algo así, y ella siente pena por él por no creer en algo. Resultado: April se va de casa una temporada.
Sin Tiempo para Nada
Estar inmerso en un proyecto con la Casa Blanca, hace que no tengas tiempo para nada más. Los compañeros de Derek lo notan, sobretodo porque está descuidando su deber como personal docente de los residentes. Al recibir una “llamada de atención”, Derek hará horas extras y obligará a los residentes a hacerlas para que aprendan. No todos conseguirán seguir el ritmo de Derek, ya que el marido de Bailey se quedará dormido. También habrá otra persona a la que no le hará gracia la situación, y es que Meredith tiene que hacer horas extras y no puede recoger a los niños. Él en vez de decir que los están cuidando Callie y Arizona –que por cierto, han decidido que sea Callie quien se quede embarazada–, sigue enseñando a los residentes, preocupando innecesariamente a Meredith.
La Hora de la Verdad
Cristina está pasando el mejor momento de su carrera al estar nominada al premio más importante de la medicina. En todo momento dice que prefiere ir sola y más cuando Meredith y Owen están tan ocupados. Su plan es ir a Boston que es donde ocurre la entrega de premios lo justo y lo necesario, es decir no estar ni siquiera 24 horas. Sin saber si va a ganar o no, considera que tiene que preparar un discurso de agradecimiento por si acaso ganase el premio. Meredith sería quien le ayudase, pero con las horas extras obligatorias le es imposible hacerlo, dejándola sola con sus ideas. Ya en Boston, Cristina empieza a arrepentirse de haber dicho a la gente que quería ir sola al agobiarse cuando todo el mundo quiere hablar con ella. La sorpresa se la lleva al ver que ya sentados en su mesa se encuentran Meredith y Owen, lo que le calmará para lo que viene a continuación. Sorprendentemente, a Cristina se le viene el mundo encima cuando Catherine Avery no dice su nombre. ¿Qué sucederá con Cristina en su recta final?
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