Parece que el síndrome de Peter Pan, siempre asociado a los hombres que no quieren crecer y madurar, se está extendiendo a las mujeres también, por lo menos en nuestras sitcoms favoritas. Y es que se está volviendo una constante ver parejas de adultos con comportamientos de lo más infantiles. Sí, está claro que es en pos de la comicidad, de escenas tan hilarantes como la que nos brindan cada semana New Girl, Brooklyn 99 o The Big Bang Theory, pero ¿estaremos de alguna manera las parejas jóvenes de hoy adoptando las conductas que vemos en los protagonistas de televisión? ¿evitando la confrontación y la toma de decisiones?
Lo cierto es que resulta de lo más raro y extravagante ver a tíos y tías de más de treinta años haciendo el tonto y lanzándose de cabeza a situaciones absurdas y surrealistas como método para no afrontar los problemas de la vida en pareja o la realidad adulta. Ahí tenemos a Nick y Jess, los protagonistas de New Girl, el show de Zooey Deschanel, una pareja de lo más loca pero que parece complementarse perfectamente. Eso sí, los bailecitos, la imitación de voces extrañas, la histeria, las conductas erráticas y poco predecibles están a la orden del día. Aunque huelga decir que si Nick parecía el más inmaduro de los dos antes de su noviazgo, a lo largo de los últimos capítulos ha dado señales de haber evolucionado de forma notable.
En el caso de Jake Peralta y Amy Santiago, la pareja de detectives de la sitcom más reciente de las analizadas, Brooklyn Nine-Nine, sus acciones nos recuerdan a los flirteos infantiles que se daban en el patio del del colegio. El niño que molesta a la niña, se mete con ella, le tira del pelo, le levanta la falta... A Jake sólo le falta hacer esto para llamar la atención de su colega, a la que no para de pinchar como si un niño de párvulo se tratara. Quizás su personaje es el más infantil de los mencionados en este artículo, pero su personalidad nos ha regalado estos meses grandes dosis de comedia. Precisamente Boyle, el sempiterno compañero de fatigas de Peralta, su 'buddy', le hace ver la realidad cuando le dice que está claro que le gusta Amy. Cómo no, él lo niega, pero pronto se dará cuenta de que es cierto y empezará a reconocer sus sentimientos. Además, los guionistas no hacen más que explotar esta parte de la trama, que ha dado un salto importante en el último capítulo.
En 2 Broke Girls la relación entre Max y Deke, el compañero de la camarera en la escuela de repostería, sigue los mismos derroteros. Él, incluso, hace alarde de vivir en un contenedor o se disfraza del ricachón del Monopoly para conquistarla. Y ella, aún sabiendo los sentimientos que tiene y lo extrovertida y dura que ha sido siempre con los hombres, no se atreve a dar el primer paso. Al final, hay conquista, y después, momentos en pareja llenos de humor. Aun así, esta serie nos tiene acostumbrados a situaciones bastante inverosímiles, como la del episodio en la que Caroline, Max y Deke se quedan a dormir en casa del chef Nicholas después de una cena. Totalmente absurda.
Es cierto que no siempre hay que analizar las escenas y tramas de este tipo de series desde una óptica racional y realista, pero a veces, algunos de sus momentos más destacados, resultan difíciles de digerir. Además, no sabemos de qué manera estos modelos televisivos influyen a los jóvenes de hoy y a sus relaciones sentimentales. Si bien es cierto, la mayoría de las veces vemos cómo los personajes tienen problemas para sincerarse o tomar decisiones pero al final, después de una gran serie de despropósitos y desdichas, terminan por hacerlo. Es preciso mencionar aquí a una pareja clásica que, además, se acaba de despedir de sus fans. Me refiero a la de Barney y Robin en How I Met Your Mother. Un binomio de lo más loco pero que se compenetra a la perfección como hemos podido ver en las últimas temporadas. Eso sí, resultaría tedioso enumerar la cantidad de actitudes poco propias de dos treintañeros como ellos que nos han ofrecido en pantalla. Desde que se formalizaron como pareja no han dejado de gastar bromar juntos, vanagloriarse de sus triunfos como 'hi-fives' o urdir complejos complots. Puede que se trate del mejor ejemplo de pareja que, además de compañeros sentimentales, son los mejores amigos el uno para el otro.
En The Big Bang Theory todas las parejas que se han formado entre sus protagonistas tienen dosis de infantilismo, más por ellos que por ellas. Ahí tenemos a Howard que en un capítulo busca desesperado su consola de videojuegos, escondida por su mujer en el bombo de la lavadora como castigo por su conducta doméstica. Precisamente Bernadette respondería a lo que algunos psicólogos llaman Síndrome de Wendy, siempre aparejado al de Peter Pan. Si este último es el hombre que no quiere crecer, madurar y afrontar la vida adulta, la Wendy de la que hablamos es la que persigue, como si de una madre se tratara, a su pareja encomiándole a comportarse como es debido. Le regaña, le dice lo que tiene que hacer... Precisamente lo que Bernadette hace con su marido, quien no duda, por ejemplo, en gastarse un dineral en una impresora 3D para construirse una réplica de sí mismo y otra de Raj. Pero, ¿cuántas Wendys y Peters habrá por ahí? No me atrevo ni a pensarlo porque este tipo de relación sí que resulta perturbadoramente creíble cuando se ve en la pequeña pantalla.
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