Pongo el despertador a las 7:30. Me despierto cinco horas más tarde. Pierdo el tiempo en trivialidades. Controlo el ritmo de mi ingesta de alcohol. Finalmente, tiro la toalla.
Podría ser el resumen del día a día de un NiNi cualquiera pero de quien hablamos es de Don Draper, nuestro monumental protagonista que continúa atrapado en su propia vida tal y como se nos contó (con demasiada insistencia) en el episodio que abría la temporada. Don Draper es un hombre que si realmente no tira la toalla porque no sabe dónde apuntar, pero lo que sí sabe hacer es encandilar al público y, si su agencia no le quiere, siempre podrá coquetear con otras. Era cuestión de tiempo que Don tratara de volver al ruedo de la publicidad porque es el único mundo al que pertenece, ya que al fin y al cabo se hizo a sí mismo en él y por él, y puede ser que también sea lo que acabe con él. Aunque ahora sea más un lastre que otra cosa, no pierde el tiempo y busca agencias en las que descargar su encanto, lo que no será nada fácil porque todavía no se ha dado cuenta de que eso que cree estar reemplazando ya no le hace feliz.
La aparición de Sally (que con el tiempo se ha convertido en más un elemento narrativo que un personaje) nos ha recordado que el cambio de juego de Don es más definitivo de lo que parece, a pesar de que no pudo escoger peor el momento y el lugar para aplicarlo. Él decidió contar la verdad en una única ocasión y lo único que consiguió con ello fue una mirada por encima del hombro. Negar su propia honestidad significaría volver al éxito de SCDP, volver a amar a Megan, volver a ser el hombre modelo... todo ello una cortina de humo a la que él ya no pertenece. Lo que Sally quiere, y nosotros también, es un Don honesto que sepa crecer en su propia fortaleza y conseguir lo que desea, aunque todavía no sepa ni lo que es. El pozo de Don Draper es profundo, pero no lo es tanto.
A lo que me pregunto: ¿es Sally la única mujer (porque ya lo es) que puede salvar a Don Draper?
Este "día de trabajo" es, además, San Valentín, una festividad inventada por los publicistas que son, cómo no, quienes más la sufren. Nuestra Peggy, que había perdido cuenta de su calendario, ni siquiera recuerda lo sola que está hasta que el exuberante hedor de las rosas le recuerdan que no tiene a nadie en el mundo y que, además, a pesar de estar sola puede hacer el ridículo cayendo en confusiones realmente obvias. Como dije la semana anterior, y reitero, lamentablemente la situación de Peggy es la peor... no por su soledad ni por su situación laboral, sino porque salir de todo esto no depende solo de ella (no es un cambio de mentalidad lo que necesita, sino un cambio de vida).
El resto de personajes siguen evolucionando en la tónica de lo que se nos presentaba en el episodio anterior. Por un lado, Roger decide volver al trabajo y no se menciona nada de su turbia situación personal,quizás porque es un hombre que por regla general siempre ha diferenciado trabajo y "familia"; no obstante, cómo cede ante Cutler es una clara señal de que sus ganas de pelear comienzan a desvanecer (y eso que se nota que Cutler va a cuchillo para apoderarse de la agencia). Pete comienza una nueva espiral de negatividad fruto de sus ambiciones frustradas, a pesar de que realmente tiene todo lo que podría desear (incluso un clon de la mujer perfecta de Don). Y Joan, de nuevo, sale beneficiada con un "ascenso" y despacho en la zona de los ejecutivos de cuentas (también por maniobra calculada de Cutler)... y se quita de un manotazo el asunto de las secretarias, porque a estas alturas ya no le conciernen en absoluto.
De ese asunto, precisamente, solo puedo extraer conclusiones acerca del racismo y el sexismo que (y por muchos años, tristemente) predominaba en esta época. ¿A nadie más se le ha revuelto el estómago con el comentario de Bert Cooper?
Podría ser el resumen del día a día de un NiNi cualquiera pero de quien hablamos es de Don Draper, nuestro monumental protagonista que continúa atrapado en su propia vida tal y como se nos contó (con demasiada insistencia) en el episodio que abría la temporada. Don Draper es un hombre que si realmente no tira la toalla porque no sabe dónde apuntar, pero lo que sí sabe hacer es encandilar al público y, si su agencia no le quiere, siempre podrá coquetear con otras. Era cuestión de tiempo que Don tratara de volver al ruedo de la publicidad porque es el único mundo al que pertenece, ya que al fin y al cabo se hizo a sí mismo en él y por él, y puede ser que también sea lo que acabe con él. Aunque ahora sea más un lastre que otra cosa, no pierde el tiempo y busca agencias en las que descargar su encanto, lo que no será nada fácil porque todavía no se ha dado cuenta de que eso que cree estar reemplazando ya no le hace feliz.
A lo que me pregunto: ¿es Sally la única mujer (porque ya lo es) que puede salvar a Don Draper?
Este "día de trabajo" es, además, San Valentín, una festividad inventada por los publicistas que son, cómo no, quienes más la sufren. Nuestra Peggy, que había perdido cuenta de su calendario, ni siquiera recuerda lo sola que está hasta que el exuberante hedor de las rosas le recuerdan que no tiene a nadie en el mundo y que, además, a pesar de estar sola puede hacer el ridículo cayendo en confusiones realmente obvias. Como dije la semana anterior, y reitero, lamentablemente la situación de Peggy es la peor... no por su soledad ni por su situación laboral, sino porque salir de todo esto no depende solo de ella (no es un cambio de mentalidad lo que necesita, sino un cambio de vida).
El resto de personajes siguen evolucionando en la tónica de lo que se nos presentaba en el episodio anterior. Por un lado, Roger decide volver al trabajo y no se menciona nada de su turbia situación personal,quizás porque es un hombre que por regla general siempre ha diferenciado trabajo y "familia"; no obstante, cómo cede ante Cutler es una clara señal de que sus ganas de pelear comienzan a desvanecer (y eso que se nota que Cutler va a cuchillo para apoderarse de la agencia). Pete comienza una nueva espiral de negatividad fruto de sus ambiciones frustradas, a pesar de que realmente tiene todo lo que podría desear (incluso un clon de la mujer perfecta de Don). Y Joan, de nuevo, sale beneficiada con un "ascenso" y despacho en la zona de los ejecutivos de cuentas (también por maniobra calculada de Cutler)... y se quita de un manotazo el asunto de las secretarias, porque a estas alturas ya no le conciernen en absoluto.
De ese asunto, precisamente, solo puedo extraer conclusiones acerca del racismo y el sexismo que (y por muchos años, tristemente) predominaba en esta época. ¿A nadie más se le ha revuelto el estómago con el comentario de Bert Cooper?
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