Regrets, I've had a few...
Tras dos semanas de vacío por parte de nuestra parte, por las que obviamente me disculpo personalmente, rescatamos nuestros análisis de Mad Men con uno de los episodios más relevantes y emotivos de la séptima y última temporada, que como viene siendo costumbre se está tomando su tiempo para asentar las bases de los grandes acontecimientos que la serie está preparando para sus personajes.
Podemos decir, sin que quepa duda, que una de las grandes revelaciones de The Strategy ha sido la de ver cómo Don y Peggy, tras semanas de tensiones e incomodidades, han acabado a la misma altura a la que ya han estado en más de una ocasión, pero nunca ante la misma situación emocional. Bailando lentamente con la voz de Sinatra en la lejanía, maestro y alumna, y viceversa, reconocen en el otro la confusión y la tristeza que han ocupado unas vidas que estaban llamadas a ser de otra manera. Lo que han hecho y lo que no han hecho, tanto al uno como al otro, como a los demás, como a sí mismos, y cómo esto les ha afectado y trasladado a una situación repleta de amargura.
De eso, precisamente, han tratado las últimas semanas: de un viaje (quizás por esa razón aquello el tema de los aeropuertos) de vivencias para recordarnos la situación de Don, un padre sin familia que se encuentra empleado en una agencia que no le quiere y casado con una mujer (por lo que hemos visto, imagino que por poco tiempo) que hará hasta lo que no está dispuesta a hacer por contentarlo, pero que aun así no le consigue hacer feliz; y de Peggy que se ha dado cuenta de que no va a llegar más alto en su carrera y que su ambición ha supuesto sacrificios realmente dolorosos. Y no hay vuelta atrás. Esa danza de arrepentimiento ha sido uno de los momentos más bonitos que hemos visto de esta pareja desde el ya clásico The Suitcase, y del mismo modo es otro escalón en su compleja relación que parece que por fin se ha recompuesto por el simple hecho de que han reconocido al otro, han visto su sufrimiento, y se han dado cuenta de que son lo único a lo que pueden aferrarse. Porque además de la danza del arrepentimiento, también ha sido el sello de una amistad realmente poderosa.
Reconocidos como iguales, y sentados junto al otro gran personaje de la serie, Pete, estos tres magníficos cierran en el episodio ideando una nueva estrategia para la cadena Burger Chef mientras la cámara se va alejando y tenemos la sensación de que ese final significa otro inicio en el que estas tres almas en pena se aferran a la vida por pura camaradería, capaces de todo tan solo por estar juntos; un comienzo del que ya no necesitamos ser testigos.
Y qué queréis que os diga, pero como final hubiera sido una maravilla.
En un episodio que ha sido realmente curioso desde el punto de vista publicitario, Mad Men en definitiva nos ofrece un gran regalo con aroma a conclusión, así como muchos más detalles para aderezar la historia, todo ello regado con su clásica mezcla de humor y elegancia que son la marca de la casa.
Por ejemplo, la catarsis de Pete a través de la dolorosa y definitiva despedida de Trudy y de ser testigo de cómo su hija no le reconoce también sitúan al odioso personaje en esa situación de punto más bajo emocional que le impulsará a tomar otro destino, y a la vez es desencadenante de que acabe en el Burger Chef, a pesar de que no hay hueco para reconciliación con Peggy o Don, mayormente porque no es necesario. Entre ellos no hay igualdad: Pete seguirá tratando a Peggy como alguien inferior, a pesar de que le guarde todo el respeto posible. No obstante, si bien creo que el futuro es incierto, me preocupa mucho más el futuro de Pete que el de Don y Peggy, puesto que al fin y al cabo éstos se tienen el uno al otro, mientras que Pete sigue solo.
También destacar, por supuesto, el regreso del trepa de Bob Benson y su declaración de matrimonio por interés a Joan, el nombramiento de Harry Crane como nuevo accionista, o la pérdida de un gran cliente para la agencia.
Y solo queda un episodio de esta mitad de temporada. ¿Qué opináis?
Por ejemplo, la catarsis de Pete a través de la dolorosa y definitiva despedida de Trudy y de ser testigo de cómo su hija no le reconoce también sitúan al odioso personaje en esa situación de punto más bajo emocional que le impulsará a tomar otro destino, y a la vez es desencadenante de que acabe en el Burger Chef, a pesar de que no hay hueco para reconciliación con Peggy o Don, mayormente porque no es necesario. Entre ellos no hay igualdad: Pete seguirá tratando a Peggy como alguien inferior, a pesar de que le guarde todo el respeto posible. No obstante, si bien creo que el futuro es incierto, me preocupa mucho más el futuro de Pete que el de Don y Peggy, puesto que al fin y al cabo éstos se tienen el uno al otro, mientras que Pete sigue solo.
También destacar, por supuesto, el regreso del trepa de Bob Benson y su declaración de matrimonio por interés a Joan, el nombramiento de Harry Crane como nuevo accionista, o la pérdida de un gran cliente para la agencia.
Y solo queda un episodio de esta mitad de temporada. ¿Qué opináis?
Hola. Tras el emocionante último capítulo he leído varios comentarios tanto en inglés como en castellano. Me produjo tanta emoción ver a Don y a Peggy por fin cerca que he visto el capítulo 2 veces. Se ha hecho de rogar mucho la reconciliación pero ha valido la pena porque la relación es más madura ahora entre ambos. He decidido comentar aquí algo que no he leído en ninguna parte: el tema de las fechas que comentan. A mí me parece revelador. Don le comenta a Peggy que 1955 fue un buen año, mientras Peggy le responde que prefiere 1965. ¿Qué ocurrió en el 1965? Don dice que en ese año se casó (con Megan). Pero ese fue también el año en que Peggy y Don estuvieron muy unidos (el ep. The Suitcase y su referencia al 2º combate M. Ali vs. Liston, que nos permite situarlo en1965). Creo que para Peggy Don ha significado muchísimas cosas en su vida y que aquel año lo guarda con especial cariño porque Don fue para ella un apoyo y una referencia, aunque su vida de pareja y familiar fueran realmente un fiasco ese año. En mi opinión, Peggy vio en Don una figura paternal y un mentor, pero también un hombre atormentado por el que sus sentimientos corrían imprecisos entre la amistad y un amor platónico (recordemos la reacción de Peggy cuando Don le dice que se va a casar: ha perdido a su amigo, a su apoyo en la adversidad, y tal vez la esperanza vaga de algo más). Peggy sabe que Don no siente amor romántico por ella porque, entre tal vez otras cosas, no la ve suficientemente atractiva, pero la conexión que existe entre ambos es tan fuerte, tan sincera, que creo que no dejaba de albergar una remota esperanza de algo. No quiero decir que Peggy percibiera a Don desde la óptica del amor romántico, me parece que es algo más profundo y más real. Por eso le dolieron tanto las crueldades de Don (cuando le tira el dinero) y que se casara con una atractiva secretaria de la que apenas sabía nada. Y, para más inri, pasado el tiempo le arruina la posibilidad de una relación sentimental con su nuevo jefe y frustra sus esperanzas de ser feliz. Es comprensible que Peggy estuviera llena de resentimiento hacia Don y de suspicacia.
ResponderEliminarPor otro lado, ha sido hasta la fecha evidente que lo que Don sintió hacia Peggy no era amor romántico. "Un alargamiento de su propio ser", le llegó a decir. ¿Hay algo más hermoso? Don solo ha podido sentirse amado con la fallecida Anna y con Peggy porque solo con ellas se ha atrevido a ser sincero (y recientemente con Sally). Me parece que mucho tiene que ver con la relación que establece entre sexo y mentiras. En fin, en esta larguísima perorata que espero no te haya aburrido, solo quería remarcar la importancia que le vi a que Peggy citara 1965 como un gran año.