Una violenta lucha entre Hannibal y Jack Crawford, rodada como si de la mejor película de Hollywood se tratase, da comienzo a la segunda temporada de Hannibal, al segundo plato, como a su creador y showrunner Bryan Fuller le gusta referirse.
Tras una primera temporada que nos cogió por sorpresa a todos, estos últimos trece capítulos han dado un paso más allá en todos los aspectos. La historia sigue avanzando y juega con el conocimiento previo que el espectador tiene del personaje. Sabemos qué va a ocurrir con Hannibal en todo momento y eso no estropea la historia, sino que la enriquece y la hace muchísimo más interesante, por eso el flashforward con el que comienza la temporda funciona tan bien. Técnicamente, es una serie brillante. La dirección, fotografía y dirección artística de la serie le sacan todo el potencial al poco presupuesto con el que se rueda. Eso primerísimos primeros planos, asfixiantes, esos tonos fríos o una banda sonora compuesta de sonidos sofocantes que te introducen en el mundo enfermizo de la serie. El resultado, una maravilla.
La primera parte de la temporada, sigue a Will encerrado en la cárcel tras ser acusado de ser el 'chesapeake ripper' y con Hannibal disfrutando desde fuera de los resultados de su enreversado experimento. A pesar de que el protagonista de la serie esté encerrado y sin poder salir de prisión, estos primeros seis capítulos son fascinantes. El juego del ratón y el gato sigue su curso, el engaño de Hannibal no tiene fin y la venganza que Will tiene planeada comienza a asomar. Enreversados y autoconscientes (gracias al divertido doctor Chilton) pero también frutrantes y escalofriantes, todo envuelto en un halo de irrealidad e inverosimilitud que la hace muchísimo más fascinante y, por supuesto, gracias también a esa relación tan intensa con un punto de homoerotismo (¿para qué negarlo?) que mantienen los dos personajes principales.
Quizás por la excelencia de la primera parte de la temporada, la segunda brilla menos. Es más dispersa, los casos semanales tienen más importancia y algunos, en mi opinión, no terminan de funcionar, como el del caballo. Además, la trama Mason y Margot Verger no termina de encajar al 100% (hasta Fuller lo ha reconocido en alguna entrevista) y mientras que Katharina Isabelle está fantástica como Margot, Michael Pitt está pasadísimo de rosca y no sé si me terminó de convencer su interpritación. A pesar de ello, la resolución de esta historia estuvo a la altura de la serie, con uno de los momentos más escandalosamente desagradables que vamos a ver en mucho tiempo. Difícil olvidarlo.
Sin embargo, a pesar del bajón de mitad de temporada, Hannibal ha sido una serie muy consistente todo el tiempo y su peor capítulo es mejor que muchas de las cosas que podemos ver en televisión. Asimismo, el episodio final supera con creces todo lo imaginable. Fuller, de la mano de la elegante dirección de David Slade, va acumulando la tensión durante la primera parte del capítulo que explota como una bomba de relojería con la pelea que habíamos visto al comienzo del primer episodio y que no para hasta el último segundo del capítulo (literalmente, hay una escena post-créditos que guarda una pequeña sorpresa para el espectador). Un final atrevido y temerario con el que se atreven a hacer lo que pocas series se atreven a hacer.
Un final que, además, nos deja en ascuas hasta 2015 y que hubiera sido exactamente el mismo si la serie no hubiera sido renovada. ¿Y qué nos va a deparar el futuro? Fuller ha confesado que harán un compuesto de las novelas Hannibal y Hannibal Rising, es decir, los orígenes del personaje. Además, el primer capítulo de la temporada estará dedicado enteramente al caníbal y la doctora Du Maurier, así que no sabremos inmediatamente el destino de los cuatro personajes que en tan mal estado quedan.
En definitiva, maravillosa temporada, oscura, escalofriante, temible y extraordinaria al mismo tiempo. Bryan Fuller va un paso más allá con su visión de este conocido personaje y nos regala una serie única.
COMENTARIOS