Ayer mismo os hablamos de que Once Upon a Time se unía al boom Frozen, aunque como noticia no era novedad ya para nadie. Mucho miedo daba esta explotación televisiva, igual que lo dan las secuelas que Disney pueda hacer, pero, al menos de momento, el resultado me parece más que satisfactorio.
A lo largo de toda la serie siempre hemos podido ver detalles muy similares a el atrezzo de sus películas homólogas de Disney (a excepción de Rapunzel, que aún no entiendo), pero en esta temporada parece que están dejando las sutilezas a un lado para que, también por los ojos, veamos esos clásicos tan queridos por niños y mayores. Ejemplo de ello es todo lo referente al universo de Frozen que nos han mostrado en este capítulo, desde el estilismo de todos y cada uno de los personajes hasta las idénticas apariciones digitales de Marshmallow y los Trolls (incluso el chroma de Arendelle). Pero lejos de quedarse ahí y que pareciera que únicamente están aprovechando el tirón de la película, presenciamos el baile de La Bella y la Bestia (vestuario y banda sonora incluida) y vemos el sombrero de Yen Sid del Aprendiz de Brujo de Fantasía con esos toques de la canción de fondo. Detalles que serán el deleite de los amantes de la compañía de Walt, yo en cabeza.
Adentrándonos en las diferentes tramas, observamos tres caminos claros por los que se encarrilará la temporada. El primero y más obvio es, claro está, el de Frozen. Dos años después de lo acontecido en la película, vemos cómo Anna está a punto de casarse, y Elsa en un momento fraternal el día antes de la boda descubre un diario de su madre en el que se revela que el viaje que les llevó a ella y su padre a la muerte realmente era para tratar de buscar una forma de parar los poderes de la ahora Reina de Arendelle. Con información a medias (esa botella llegará antes o después), Anna parte hacia El Bosque Encantado (que descubrimos realmente se llama Misthaven) retrasando su boda un par de semanas para encontrar la verdad sobre la muerte de sus padres. Sin saber cómo ni por qué, Elsa acabó encerrada en la cámara de Rumpelstilskin y ahora, en Storybrooke, promete encontrar a su hermana que, parece ser, jamás regresó.
El segundo camino es el emprendido por una despechada Regina, que aunque parece caer en sus viejos hábitos de Reina, no sucumbe al mal para acabar con Marian, pero encarrila ese odio hacia el escritor del libro que fue un protagonista más en la primera temporada, ese que no le permite ser feliz. Volvemos aquí a una de las frases que encabezaban la serie en sus inicios, que los villanos tendrán su final feliz. Por último, Rumpelstiltskin reza en la tumba de su hijo que tras llevar a cabo su venganza será un hombre respetable ya que con Bella ha encontrado el amor, pero una misteriosa caja que encierra grandes secretos podría hacerle cambiar de opinión. Después de todo, el poder es muy tentador, y Mr.Gold no tiene un buen historial en este tema, ¿le costará su recién estrenado matrimonio?
A destacar lo similar de las personalidades de todos los personajes de Frozen con respecto a la película y lo bien llevado del tema (incluso el puntazo de Emma y Regina a lo Hazme un muñeco de nieve). Para empezar, es un capítulo que promete mucho y que puede hacer que esta temporada sea muy grande. Personalmente espero que dure el asunto (y que Garfio se canse de la pesada sosaina de Emma).
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