Jake ha desaparecido, sin más. Y Olivia está extrañada pero, sobre todo, está aburrida. Cómo si no iba a estar en una vigilancia con Quinn. Casualmente, la chica que mejor conocía a la víctima, hija de su amiga de la universidad, es asesinada (casi) delante de ellas. De repente, todo gira en torno al padre. Caitlin robó una carpeta y su amiga Faith tenía la llave de la taquilla donde se guarda esa carpeta, y las dos acabaron muertas. Suerte que, además de presenciarlo, Quinn se volvió una especie de persona sin escrúpulos mientras estuvo con Charlie, porque ella solita, con una linterna y sin pestañear, se marca una pseudoautopsia en la morgue.
Huck pasa las horas muertas espiando a Kim desde la calle, algo enfermizo que no es raro en él, y no se merece que la madre de su hijo no crea la increíble historia que protagoniza. Su cometido hoy ha sido buscar a Jake, tarea fácil para él. Fitz le retiene y necesita respuestas, pero no lo hará por la fuerza, no quiere arriesgarse, prefiere tener paciencia. Si Jake no confiesa, no pasará nada. No puede jugarse el obtener la verdad ni el amor de Olivia. Jake, por su parte, va a esperar a que Fitz aparezca. No hablará, ni comerá, ni beberá hasta entonces. La que sí beberá por todos es Smelly Mellie, que sigue en su etapa de mendicidad. Por cierto, me permito recordar que ya bebía antes de la muerte de Jerry y esto es solo una excusa.
Pues Fitz ha decidido ir al Pentágono para hablar con Jake en persona. Ni un minuto ha tardado en conocer la verdad. Y ahora que la tiene, ¿acaso no es más atractivo librarse de Jake igualmente? ¿Cree Fitz que Jake dice la verdad? Jake habrá pensado mucho en estos días de cautiverio. Entonces, ¿no se le ocurrió que todo esto era por Olivia? Si realmente se ha dado cuenta estando frente a Fitz, ha sido rápido fabricando ese discurso emocional sobre la bondad de las personas que, de momento, parece haberle librado.
Pero Cy tiene verdaderas razones para creer la versión paralela en la que Jake es culpable de todo. Jake sí mató a su marido, y parece que lo hemos olvidado. ¿Qué vamos a hacer? Esta serie nos manipula como ninguna otra sabe hacerlo. Estamos hartos de que Fitz y Olivia decidan huir y luego se arrepientan, queremos que acaben juntos pero sin perder a Mellie, y no queremos a Jake, mientras que, ahora que está bajo presión presidencial, necesitamos que todo salga bien para él, aunque entendemos a Cyrus... Una oración subordinada no puede resumir tantas contradicciones.
Y Rowan ha conseguido hacer dudar a su hija encajando todas estas piezas. Cabe destacar que fue capaz de ocultar durante años que era Command y de hacerle creer que trabajaba en el Smithsonian. Y ahora hay que creerle porque sí, pero realmente su historia encaja. Primero intentó convencerla de que Jake estaría bien. El plan B fue culparla indirectamente del asesinato de Jerry Grant. Olivia se derrumba frente a Abby, que había explotado tras oír la confesión de David Rosen sobre el B613. Si esto no las reconcilia, nada lo hará.
Mellie no perdona la ausencia de su marido a la hora de la visita al cementerio, lógicamente piensa que ha estado con Olivia. Cómo cambia el semblante de la Primera Dama al descubrir que su hijo fue asesinado y están interrogando al presunto culpable. De repente, el dolor desaparece al convertir a Jerry en un mártir. Ha encontrado la razón para seguir adelante, aunque de una manera que podría describirse como demencial. Este avance de su mujer enfurece a Fitz, que vuelve con energías renovadas al Pentágono. De aquí no se va nadie hasta que tengamos una confesión.
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