Esta vez ChumHum vuelve a estar presente, a pesar de que no disfrutemos del siempre divertido Neil Gross, sino de su mujer, Deena Lampard, CEO de la empresa. Es ella, y no Gross, la encargada de llevar el caso que se disputa esta semana, en el que varios ex-empleados de ChumHum habían decidido demandar a la multimillonaria empresa por ser despedidos tras mostrarse en contra del acuerdo que supuestamente ChumHum había realizado con otras empresas del sector para congelar los sueldos y evitar la fuga de cerebros de una empresa a otra.
Un caso, que una vez más, nos demuestra lo brillante que es Alicia en lo suyo, teniendo en cuenta todos los problemas que la rodean en este inicio de temporada. Y es que Cary sigue en la cárcel, acusado de ayudar a Bishop y a sus secuaces en el transporte de 1.3 millones de dólares en cocaína. A pesar de que el dinero parece totalmente legal, Finn Polmar sabe jugar muy bien sus cartas, y no duda en utilizar su mejor baza con tal de poner a Lemond Bishop en jaque.
El traficante de drogas lo dejó muy claro: si es citado a declarar, el dinero de la fianza de Cary desaparece. Y desgraciadamente, eso ocurre. Y mientras Cary sobrevive a la cárcel, Alicia y compañía hacen todo lo posible para sacar a su compañero lo antes posible de entre las rejas. Alicia incluso se plantea pedir un préstamo al banco con tal ayudar a su socio, pero la oposición de Peter la obligará a tomar otras medidas.
Mientras tanto, Diane prepara su salida del bufete de manera clandestina. Taye Diggs entra en acción poniendo cara a Dean, uno de los protegidos de Diane que vuelve de su exilio en Nueva York y se encuentra con que Diane se retira de Lockhart & Gardner. Pero si pensaba hacerlo sola, ya no. Insta a Dean a que se vaya con él a Florrick, Agos & Associates, un bufete en construcción (literalmente) en el que podrían hacer lo que realmente habían soñado durante años, marcar la diferencia. Dicho y hecho, Dean seguirá los pasos de su mentora, pero no lo hará solo. Junto a él se irán otros seis abogados y abogadas.
A pesar de la oposición de Cary de que Diane se una, Alicia no puede hacerse cargo únicamente de todas las obligaciones del bufete, por lo cual, después de someterlo a votación, deciden acoger a Diane y compañía. Ahora Florrick & Agos pasa a ser Florrick, Agos & Lockhart. Un cambio que seguramente nos traiga mucho disfrute en los próximos capítulos, y es que Diane y Alicia juntas en acción pueden llegar a ser muy épicas. Asimismo, la entrada de nuevo capital al bufete, permite pagar la fianza de Cary, que finalmente se ve libre.
Mientras tanto, Alicia sigue siendo arrollada por la idea de presentarse a Fiscal del Estado. Eli no cejará, al menos de momento, en su empeño de que Alicia se presente, aunque para eso tenga que hacer uso de sus malas artes, que le costarán a nuestra abogada más de un dolor de cabeza. Todos, salvo Alicia, parecen entusiasmados y seguros de que la fundadora de Florrick, Agos & Lockhart sería capaz de ganar y traer cambios favorables al más que detestado puesto de Fiscal del Estado. ¿Serán todos los esfuerzos de Eli en vano? Quién sabe, quizás acabemos viendo a Alicia en el codiciado puesto.
Finalmente, las escenas finales del capítulo me dejaron una sensación de nostalgia abrumadora. Después de la muerte de Will, era inevitable que Diane tomara otros rumbos, pero después de cinco años peleando en Lockhart & Gardner, no puedo evitar sentir cierta tristeza sabiendo que aquellos días ya pasaron. Damos carpetazo a una etapa y empezamos una nueva, quién sabe si mejor o peor. Al menos diferente. Otros de los momentos finales fue el abrazo, el sincerísimo abrazo, entre Alicia y Cary. La expresión de tranquilidad en la cara de ella, al ver a su socio fuera de la cárcel y la tremenda necesidad de Cary de ese abrazo, de volver a sentir el lazo de amistad que los unió a ambos y mediante el cual fueron capaces de montar el bufete. A pesar de las diferencias, Alicia y Cary siguen haciendo un equipo estupendo. Y a vosotros, ¿qué os ha parecido el capítulo?
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