Esta es la semana en
la que Parenthood, esa serie en la que ningún personaje tiene nunca
problemas económicos reales, se decide a abordar problemas
económicos. Para resumir: Amber está a punto de tener un hijo, con
los gastos que eso conlleva, y con su sueldo en el Luncheonette no le
salen las cuentas, así que decide hablar con sus tíos para pedirles
un aumento. Adam y Crosby no tendrían ningún problema en subirle el
sueldo a su sobrina si no fuese porque las cosas en el estudio no van
demasiado bien (cosa de la que al parecer Amber no se ha dado
cuenta), y ellos mismos tienen problemas de dinero en casa.
Me ha sorprendido para bien la trama, puesto que pensaba que Amber iba a dimitir para buscar un empleo mejor. Sin embargo, nos dan una nueva perspectiva de las cosas al hacernos ver que, aunque nuestra (vale, mi) Braverman favorita parecía una simple enchufada a nuestros (vale, mis) ojos, en realidad ha estado dejándose la piel en este trabajo fuera de plano (no voy a ser yo quien diga que no es cierto) y se merece ser tomada en serio. Si obviamos los “like” y los “you know”, a la hija de Sarah le cuesta mucho menos tener una conversación adulta que a cualquiera de sus tíos y ese discurso reclamando lo que le corresponde se merece todo mi respeto. Bravo.
Aunque quizá mi parte favorita de esta trama sea la que tiene que ver con Crosby, y eso que probablemente estaba planteada como mero relleno. Él y Jasmine no han gozado de demasiada atención en lo que va de temporada (y nos estamos acercando peligrosamente al ecuador), pero esta semana, con Julia, Joel, Zeek, Camille, Victor y Sydney en paradero desconocido, han podido brillar con un momento muy sencillo marca Parenthood: se acerca el cumpleaños de Jabbar, que (por si no era ya el niño más adorable de la familia) quiere celebrarlo yendo a Harry Potter World.
Lo duro que es para un padre tener que negarle a un hijo algo que se merece es algo que vemos en pocas series, y justo el tipo de cosas que hacen de la serie de NBC algo tan auténtico. Pero no solo esa escena es memorable, pues Jasmine, que esta semana podría haberse cabreado con Crosby (y con razón), nos ha descubierto su faceta más comprensiva, algo que le sienta muy bien al personaje (en la mayor parte de sus disputas con Crosby lleva razón, pero a veces parece que sólo está en la serie para quejarse). Y, por supuesto, ese Hogwarts improvisado en el patio de casa, con ceremonia de selección incluída no puede ser más entrañable.
Por último, me gusta el giro que le están dando al crush de Max. Dylan está muy a gusto en casa de Adam y Kristina, y todo apunta a que esa es la razón por la que aprovecha la mínima ocasión para quedarse ahí, no Max en sí mismo. No esperaba que las cosas fuesen a ir por este camino, pero aplaudo además el hecho de que la serie nos muestre que Max, con todo, sí le cae bien y no lo está utilizando (al menos, conscientemente). Si a esto le sumamos que la historia de Hank y Ruby ha estado más entretenida que de costumbre, nos encontramos, si no el mejor, el episodio más equilibrado de esta última temporada de Parenthood. Así sí.
Aunque quizá mi parte favorita de esta trama sea la que tiene que ver con Crosby, y eso que probablemente estaba planteada como mero relleno. Él y Jasmine no han gozado de demasiada atención en lo que va de temporada (y nos estamos acercando peligrosamente al ecuador), pero esta semana, con Julia, Joel, Zeek, Camille, Victor y Sydney en paradero desconocido, han podido brillar con un momento muy sencillo marca Parenthood: se acerca el cumpleaños de Jabbar, que (por si no era ya el niño más adorable de la familia) quiere celebrarlo yendo a Harry Potter World.
Lo duro que es para un padre tener que negarle a un hijo algo que se merece es algo que vemos en pocas series, y justo el tipo de cosas que hacen de la serie de NBC algo tan auténtico. Pero no solo esa escena es memorable, pues Jasmine, que esta semana podría haberse cabreado con Crosby (y con razón), nos ha descubierto su faceta más comprensiva, algo que le sienta muy bien al personaje (en la mayor parte de sus disputas con Crosby lleva razón, pero a veces parece que sólo está en la serie para quejarse). Y, por supuesto, ese Hogwarts improvisado en el patio de casa, con ceremonia de selección incluída no puede ser más entrañable.
Por último, me gusta el giro que le están dando al crush de Max. Dylan está muy a gusto en casa de Adam y Kristina, y todo apunta a que esa es la razón por la que aprovecha la mínima ocasión para quedarse ahí, no Max en sí mismo. No esperaba que las cosas fuesen a ir por este camino, pero aplaudo además el hecho de que la serie nos muestre que Max, con todo, sí le cae bien y no lo está utilizando (al menos, conscientemente). Si a esto le sumamos que la historia de Hank y Ruby ha estado más entretenida que de costumbre, nos encontramos, si no el mejor, el episodio más equilibrado de esta última temporada de Parenthood. Así sí.
Notas al margen:
— Qué bien le está sentando el embarazo de Amber a Drew (?). Está sacando lo mejor de un personaje que nunca ha destacado demasiado.
— Me preocupa un poco que Parenthood pinte como algo tan normal lo de ocultarle a tu mujer los problemas económicos, y me fascina que tanto Crosby como Adam lo hagan.
— Jabbar gana mil puntos por ser fan de Harry Potter, pero está claro que Ravenclaw > Gryffindor (aunque, según Pottermore, yo sea Hufflepuff).
— Amber ha tenido que venir a sacar lo mejor de la trama de Hank, Sarah y Ruby. Sin contarnos nada nuevo aún, esta semana ha sido mucho más entrañable y divertida.
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